Compiten 60 empresas latinas por construcción de muro

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Chicago, Estados Unidos.- Las más de 60 empresashispanas interesadas en la construcción del muro que el Presidente Donald Trump quiere levantar en la frontera con México dejan de lado las consideraciones políticas o patrióticas.

Las compañías ven la obra como una oportunidad de negocio y de crear puestos de trabajo.

Theodore Atalla, que tiene una pequeña empresa de iluminación industrial en Puebla, México, pidió participar en la construcción del muro.

Ecovelocity es la única compañía domiciliada en el País entre las más de 600 que se han registrado en el proceso de adjudicación de la barrera, un símbolo electoral para Trump pero una humillación para el País.

«Vimos que estaban empezado con eso y pensamos que íbamos a poder apoyar algo en México», contó Atalla, de 58 años, quien nació en Egipto, vivió en Estados Unidos y lleva 22 años en México.

Tiene nacionalidad egipcia y estadounidense y la residencia permanente en México, donde está tramitando la ciudadanía.

Por su parte, Mario Burgos, de la empresa de construcción Burgos Group, destacó que en Nuevo México tienen una tasa de desempleo del 6.7 por ciento, la más alta del país.

«Honestamente, para nosotros sería antes que nada un trabajo más de infraestructura y creador de empleos, algo que tanto necesitamos en Nuevo México».

Hijo de un peruano, Burgos dijo que la participación de su empresa familiar en un proyecto que puede repartir contratos por más de 20 mil millones de dólares, no tiene ninguna connotación antiinmigrante, sino que es una cuestión práctica.

Lo mismo opinó Amadeo Sáenz, de la empresa texana J. D. Abrams, quien declaró que, a pesar de ser una cooperativa propiedad de los empleados desde hace ocho años, en su mayoría hispanos, cuando decidieron participar no consideraron los aspectos políticos, sino económicos del proyecto.

Esta constructora ubicada en Austin ha realizado hasta el momento carreteras y puentes por valor de 300 millones de dólares, en contratos estatales y federales, y ahora ve la oportunidad de participar en un proyecto de infraestructura gigante.

Sáenz explicó que conocen las dificultades logísticas que presentará la obra, que pretende completar el muro que ya se levantó a lo largo de unas 354 millas en la franja fronteriza de California, Arizona, Nuevo México y parte de Texas hasta completar las 2 mil de frontera entre ambos países.

Según la convocatoria del Gobierno, el muro, que se construiría en tres etapas, tendría 30 pies de altura para que no pueda ser escalada y que debería ser resistente a daños intencionados, en un proyecto que por lo menos demandaría tres años y medio de trabajo, según lo informado por el Departamento de Seguridad Nacional (DHS por sus siglas en inglés), que además deberá lidiar con la compra de terrenos y expropiaciones.

Ricardo Díaz, de Halbert Construction, ubicada en El Cajón, cerca de San Diego, California, dijo que su empresa tiene 38 empleados con orígenes y opiniones muy diferentes sobre Trump y el muro, pero eso no fue obstáculo para interesarse en la obra.

«Alguien tiene que hacerlo, trabajo es trabajo, sin importar las afiliaciones políticas», declaró.

Desde la ciudad de Luquillo, en Puerto Rico, el ingeniero militar retirado Patrick Balcázar comentó que está en contra del muro, y en su opinión sería mejor desarrollar ambos lados de la frontera para evitar la emigración indocumentada.

Pero su empresa San Diego Project Management, con experiencia en diseño y desarrollo de grandes contratos, considera que la participación en el proyecto de la valla sería un alivio para los problemas económicos de la isla.

«En Puerto Rico no hay trabajo, estamos en depresión económica y para mantener mi nómina tengo que aprovechar lo que se asoma en el horizonte», explicó.

Balcázar manifestó que Puerto Rico puede aportar cemento y la capacidad de hacer estructuras prefabricadas que luego serían armadas en el lugar de la obra, aunque admitió que será una lucha entre «David y Goliat», porque hay grandes empresas de proyección mundial que también están interesadas.

En su opinión, podría darse la paradoja de que el consorcio mexicano Cemex, uno de los mayores productores de cementos del mundo y que tiene varias plantas productoras en Estados Unidos, aporte material a las empresas constructoras.

Un vocero de la empresa declaró que Cemex no construye en EU, pero produce materiales para la industria de la construcción.

«Al día de hoy no se tienen detalles técnicos de dicha obra y nadie nos ha buscado para participar. Si alguno de nuestros clientes nos pide cotizar materiales, tenemos la responsabilidad de hacerlo, aunque eso no implica que Cemex participaría en la obra», agregó.

El muro no es solamente una oportunidad de ganar dinero para las empresas hispanas, sino también de mostrar el lado creativo de algunos emprendedores, como la arquitecta venezolana Victoria Benatar, instalada hace 25 años en Nueva York.

Aunque no quiso adelantar detalles, para no alertar a la competencia, Benatar expresó que conceptualmente su proyecto buscará facilitar la coexistencia y la ayuda mutua entre Estados Unidos y México.

«Sería una estructura permeable, un antimuro que no refuerce la separación, sino que cree una frontera abierta entre dos países que tienen mucho que ofrecerse», señaló la profesora de arquitectura y diseño.