Los golpistas

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Ricardo Monreal

La referencia en estos días a un —tan hipotético como improbable— «golpe de Estado» es en realidad una serie de golpes políticos, jurídicos y mediáticos de parte de quienes han visto perder privilegios, canonjías y negocios de todo tipo con la llegada a la presidencia de la república de Andrés Manuel López Obrador.
Así que antes de hablar de un «golpe de Estado», lo sensato es referirse al estado del golpe que un grupo de políticos conservadores están intentando promover en México. Es el grupo de «los golpistas» que casi como una ley de hierro, han aparecido en todos los procesos de transición democrática en donde la izquierda latinoamericana ascendió al poder.
AMLO está rediseñando la imagen que la sociedad mexicana tiene de la institución presidencial, y esto aturde a los «golpistas». Prueba de ello son los estudios recientes que indican que la presidencia es la tercera institución en la que las y los mexicanos tienen mayor confianza actualmente, encontrándose así en su máximo histórico desde que estas mediciones se realizan y siendo una de las primeras veces en que esta instancia no se encuentra en déficit de confianza.
Hay quienes afirman, sin ningún tipo de sustento, que el apoyo al presidente proviene de un sector de la sociedad, el más desprotegido. Es cierto, por años, millones de personas que no habían sido consideradas en los programas institucionales encontraron en la propuesta actual la esperanza que habían perdido y decidieron apoyarla. Sin embargo, la legitimidad del presidente es transversal a grupos y sectores: universitarios, empresariales, académicos; gente rica y pobre; de derecha y de izquierda apoyan el proyecto transformador que inició hace un año.
Otra de las instituciones que en México goza de mayor confianza y de legitimidad, es el Ejército. Se trata de una instancia central para llevar a cabo la transformación de la vida pública de nuestro país, pues su apoyo es indispensable para ejecutar proyectos fundamentales y para lograr la pacificación nacional. Como ha expresado el presidente: el Ejército es pueblo uniformado.
En México la legitimidad es el mejor antídoto contra cualquier resistencia e instinto destructivo. La confianza y la legitimidad que el pueblo otorga a las instituciones, al presidente y a su equipo de trabajo evitarán cualquier disrupción antidemocrática que atente contra el proyecto transformador. Esta base social que acompaña y protege al jefe del Estado impedirá que en México los intereses ocultos y particulares de ciertos grupos orillen a que sucedan las atrocidades acontecidas en otros países.
Pese a ello, las voces irresponsables de los «golpistas» propalan un posible golpe de Estado.
Sería prudente, por el bien del país, que quienes pronuncian estos discursos reconozcan que el hecho de verbalizarlos puede tener repercusiones significativas, y que sus declaraciones no coadyuvan a la construcción democrática de México. Ya han existido casos de otros líderes apoyados por millones de personas que fueron víctimas de ataques orquestados por opositores golpistas para defender intereses particulares.
No olvidemos lo que pasó en Chile en 1973, cuando Salvador Allende, fue asesinado, dando paso a la dictadura pinochetista. Traigamos a la memoria la revuelta que en Bogotá dejó más de 300 muertos tras el asesinato del líder de izquierda Jorge Eliécer Gaitán.
Hoy en México la dicha de la legitimidad social, la legalidad democrática y la confianza ciudadana fortalecen nuestras instituciones, haciendo que lo acontecido en otros países sea solamente una ilusión que algunos conservadores quieren utilizar de manera discursiva, con fines aviesos. Sin embargo, gracias al amplio apoyo ciudadano y popular que mantiene el presidente AMLO, estos golpistas no pasarán.