OPTIMUS

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Por: Jorge A. Pérez González

MI PRIMER AMOR

Cuando la vi por primera vez, en lo único que me fijé fue en sus pechos, a pesar de no conocerla bien, me acerqué y ella no me rechazó, me veía extasiada, me abrazaba y me besaba cada vez que podía.
No recuerdo todo lo que sucedió la primera noche que pasamos juntos, pero sé que los latidos de su corazón me daban placer y además, con solo escucharlos me sentía seguro.
Sé que fue hace muchos años, pero conforme pasa el tiempo, mas la quiero, aunque tuve que abandonarla después de vivir con ella 23 años de mi vida.
Al principio de la relación, me desvestía rápidamente, se preocupaba enormemente por mí, se mantenía atenta a mi alimentación y cuidaba que yo me viera bien, la verdad fui un mantenido insoportable que lo único que le causaba eran dolores de cabeza, porque sin razón alguna me alejaba de ella.
Nunca se cansó de buscarme y de encontrarme, creo que ese amor fue tan fuerte que logró marcarme para el resto de mi vida, con ella aprendí a volar, supe lo que era naufragar y aprendí a ofender a las mujeres, aunque ella supo siempre perdonar todos mis errores.
El cariño que me prodigó, me volvió sensible, cuando se ponía estricta, me volvió responsable y cuando sonreía, yo pensaba que salía el sol.
No me cansaba de tratar de engañarla, pero ella, aunque se daba cuenta, no me reclamaba nunca nada.
Y yo me sentía cada vez más guapo, pues siempre hacia lo que quería, lo que se me antojaba y ella, se aguantaba, no decía nada, parecía destinada a atenderme y mantenerme feliz siempre.
Una vez me fui de su lado, pensé que podía volar solo y sin ella, durante esos días ella no durmió, me lo dijo su cara cuando regresé. Su perdón caló mi alma y me prometí a mi mismo no volver a hacerla sufrir y traté de enmendar el camino.
No creo poder pagarle a ella nunca todo lo que hizo por mí, el tiempo pasará y seguiré buscándola porque sigo extrañándola, aunque hace ya más de 30 años que abandoné su casa.
La tuve que abandonar porque aunque estaba bien, yo debía estar con alguien de mi edad, ella era mayor, y yo debía formar una familia. Fue tanto su amor, que ella estuvo ahí conmigo el día de mi boda, sabía que ya no volvería a su casa, y como según ella yo seguía tan guapo como cuando me conoció, dejo caer una lágrima, pero esta vez de felicidad.
Ella sabía que lo hacía enamorado y también sabía que debía abandonarme a mi suerte.
Nunca la he podido olvidar, aunque ya no vive donde mismo procuro visitarla de vez en cuando y quiero que sepan que, en varios lugares de mi casa tengo su fotografía, mi esposa no se pone celosa porque sabe que mi Madre, fue MI PRIMER AMOR.
Disculpen mis escasos lectores, que hoy haya publicado este escrito de hace 10 años, pero me lo pidió mi madre, Florinda González de Pérez, quien este martes 4 de febrero cumple 87 años de edad, y a ella no le puedo negar nada, absolutamente nada.
Pero quiero aprovechar este artículo para agradecer a nombre de la familia al Festival Internacional de Otoño, FIO, el sentido homenaje que en reconocimiento a su trayectoria le brindaron el pasado jueves en el Teatro de la Reforma.
Ana María Rabatte y Cervi, poetiza tamaulipeca escribió un bello poema titulado “En vida hermano, en vida”. Hoy toda la descendencia de mi madre entendemos el significado completo de las palabras de Edgar Tovar León a nombre del Patronato, de la organización de Araceli Sosa Álvarez y todo su equipo y del significativo mensaje que dio el Presidente Municipal Mario López Hernández.
“Si quieres hacer feliz, / a alguien que quieres mucho, / díselo hoy, sé muy bueno… / en vida, hermano, en vida.” Gracias a todos por acompañar a mi Madre y hacerla tan feliz en esta etapa de su vida.
Jorge Alberto Pérez González
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