La muerte de ‘Chito’ Cano, el ex pistolero

12514

*Su fama corrió en toda la zona norte de México, desde Tamaulipas hasta Durango y al final se volvió promotor de música norteña

Redacción Periódico El Norteño

Considerado entre los más famosos pistoleros, aquí en el norte del país, “Chito» Cano, de quien se compusieron más de 15 corridos, murió un jueves del 2 mil 10 a los 74 años de edad.
Al final de su vida se dedicó a organizar bailes y conciertos de música norteña, pero se hizo famoso por los corridos que hablaban de él.
En ellos se narra su fuga de la cárcel, el tráfico de armas con que abastecía a «su amigo» Lucio Cabañas y la historia de sus pistoleros, entre ellos Gerardo González, muerto en los años ochenta. A él dedicó «El corrido de Gerardo», aquel «buen gatillero y fiel pistolero /de Chito Cano».
Renuente siempre a conceder entrevistas, la vida de «Chito» Cano, quien junto con su hermano Servando fue considerado precursor de la comercialización de la música norteña, se conoció por los corridos que le dedicaron compositores de su época.
De acuerdo con diversos reportes periodísticos, durante varios años el famoso gatillero radicó en Gómez Palacio, Durango, y hace poco tiempo, ya deteriorada su salud y expuesto a la violencia de la comarca, se avecindó en Monterrey, donde vive su hermano Servando Cano, propietario de Producciones Serca.
En 1971, «Chito» Cano sufrió un atentado, del que también se hizo un corrido: «Con un balazo en la espalda / él todavía se reía / no los creía tan cobardes / hampones y policías / me pegaron por la espalda / de frente no se podía».

En otro, «El retorno de Chito Cano», cantado por Los Cadetes de Linares, cuenta que estuvo detenido en Eagle Pass Texas. Según «Chito», «los rinches» pudieron aprehenderlo porque fue delatado y lo mantuvieron preso durante cinco años.
En ese corrido se menciona que el cargamento de armas que llevaba era para la guerrilla guerrerense. No da fechas, pero podría haber sido en 1967, año en que Lucio Cabañas inició el levantamiento insurgente en la sierra de Guerrero.
«En Eagle Pass lo pescaron / con un cargamento de armas / a la sierra de Guerrero / tenía que ir a dejarlas / ahí lo estaba esperando / su amigo Lucio Cabañas».
El viejo penal de Ciudad Victoria también fue residencia del pistolero. «La leyenda de Chito Cano», corrido interpretado por Luis y Julián, relata que se fugó de esa cárcel para ir a un palenque por el rumbo de Aguascalientes, a la Feria de San Marcos.
«De la cárcel de Victoria / donde estaba sentenciado / nomás de pura chulada / se les peló Chito Cano / pa´ cumplir un compromiso / a donde lo habían retado».
Sin embargo, para despistar su búsqueda se dieron informes falsos:
«La prensa de Tamaulipas / en dos grandes titulares / dio a conocer la noticia / por todos esos lugares / que se escapó Chito Cano / que iba con rumbo a Linares».

Entre los corridos de apología a gatilleros y personajes relacionados con el contrabando de su época, quizás ninguno sea tan reiterativo en la valentía como los de «Chito» Cano.

 El 7 de octubre de 2010, a la edad de 67 años, falleció Rodrigo Ángel «Chito» Cano Rodríguez. Los claroscuros de este personaje forman parte del imaginario colectivo gracias a las alusiones que se hacen a su figura en la música popular, así como en las anécdotas que cuentan aquellos que lo conocieron de cerca.
El corrido de Chito Cano, interpretado por Ramón Ayala, narra su faceta como pistolero a través del hecho ocurrido en octubre de 1971 que lo convirtió en usuario de silla de ruedas por el resto de su vida:
Con un balazo en la espalda, él todavía se reía no los creía tan cobardes, hampones o policías me pegaron por la espalda de frente no se podía.
Sin embargo, no sería una bala lo que le quitaría la vida en 2010, sino las complicaciones cardíacas derivadas de una neumonía que comenzó a aquejarlo 10 días antes.
Nuevo León, el estado que lo vio nacer, fue también testigo del final de sus días. No obstante, los mejores años de su vida los pasó en La Laguna, donde se consolidó como el principal promotor de la música grupera, dominando desde aquí la organización de bailes tanto en la Comarca como en Zacatecas, Durango, Chihuahua y Aguascalientes.
Su influencia en la región es innegable, sobre todo en lo referente a la promoción de la cumbia, que hoy día, es uno de los géneros más escuchados e incluso referido a la hora de analizar los elementos que forman parte de la identidad cultural lagunera.
El reconocimiento del gremio a ese mérito está reflejado en el tema “El rey de La Laguna”, lanzado en 1994 por la agrupación colombiana Sonora Tropicana.

Orígenes

A Chito Cano le sobreviven tres hijos y su único hermano Servando Cano, prominente empresario del entretenimiento en Monterrey, reconocido en toda la República y en Estados Unidos como el impulsor y visionario de la música norteña al ser promotor de artistas de talla internacional como Ramón Ayala, Los Tigres del Norte, Los Invasores de Nuevo León, Duelo, Pesado, Intocable y La Mafia, por citar algunos.
En la biografía que Katia Schkolnik realizó en 2011 de Servando Cano, éste describe a su hermano Chito como una persona de carácter difícil, al que su padre José Cano no le podía dar consejos porque no se dejaba; pero a la vez lo consideraba un hombre fuerte, valiente y trabajador que siempre venció las adversidades que enfrentó en la vida, como estar atado a una silla de ruedas.
La combinación de factores como su buen tino para crear carteles atractivos, así como las condiciones del México de los noventa que propiciaban que una sola persona pudiera “monopolizar” la organización de los espectáculos, fue la clave de su éxito.
Saturnino García Ortiz, representante de la Sonora Tropicana, cuenta que en alguna de las conversaciones que tuvo con Chito éste le reveló que eligió la Comarca para sus negocios porque era un área virgen para hacer florecer los bailes, a diferencia de Monterrey, que le parecía un bullicio de ciudad.
Refiere que el empresario siempre lograba lleno total, tanto por su visión para elegir las agrupaciones que presentaba y los lugares para sus shows, como por el hecho de que no había competencia desleal, es decir, si un empresario organizaba un baile, ningún otro programaba el mismo día.
Don Rodrigo Cano sabía hacer buenos paquetes, sabía entrever los públicos, entrever los géneros de música para hacer eventos muy buenos”.
En La Laguna, las principales sedes de los bailes que organizaba Chito fueron la Terraza Alameda, La Feria de Torreón, el West Inn Rodeo, El Monstruo Verde y el Continental Torreón, predio de su propiedad ubicado en Artes Gráficas y Calle 10.

La Laguna, cumbiera por excelencia

Si bien los negocios de Chito Cano contribuyeron a ampliar el alcance de la cumbia en la región, García Ortiz no soslaya cierta predisposición al gusto por el género y afirma que el “público lagunero es cumbiero por excelencia».
Una vez Chito Cano hizo un baile que le llamó “La Guerra”, iba a pelear Julio César contra Óscar de la Hoya, entonces puso: Intocable vs Invasores; Apache vs Chicos; Dinamita vs Tropicana. (…) El evento empezó a las 5 de la tarde y se iba a terminar a las 5 de la mañana. En la radio decía: ‘De cinco a cinco y todo por 25… ¡La Guerra!’. Yo no he visto un baile en la Comarca Lagunera más lleno que ese”
Asimismo, el líder de Chicos de Barrio comenta que el respeto y, ¿por qué no decirlo?, el temor que inspiraba Chito Cano era conocido en Estados Unidos. Así lo comprobó él mismo cuando valiéndose de una treta y del temor al empresario, logró que organizadores de bailes en aquella plaza les pagaran lo que él consideraba justo:
Un día no nos pagaron, estábamos en Estados Unidos. Tocamos en una plaza muy importante para Chicos de Barrio, siempre que íbamos se llenaba y a nosotros nos pagaban sólo cierta cantidad, pero Yiyo y yo nos pusimos de acuerdo para hacer una estrategia y que nos dieran el 50 por ciento de las entradas, si no, no tocábamos. Y así fue, los asustamos. Nos dieron la mitad de las entradas totales.
En otra ocasión ocurrió que no querían pagarnos lo acordado, entonces yo le dije al organizador: ‘bueno, le vamos a hablar a Chito’. Me salí de la oficina y le dije a Yiyo: ‘Voy a hacer la voz de Chito para asustar a este señor’. Le hablo a Yiyo, que estaba en la oficina con el organizador y le dice: ‘Te llama el señor Chito Cano, quiere hablar contigo. Y, fingiendo la voz de Chito, le dije: ‘les vas a pagar lo que acordamos, si no, ahorita te voy a mandar gente hasta allá’. ¡Y sí nos pagó!”.

Hombre de claroscuros

Las pistolas con su nombre grabado y que llevaba siempre consigo eran no sólo una herencia del pasado que lo dejó en silla de ruedas, sino una muestra de que seguía siendo de “armas tomar”, sin embargo, personas como Saturnino García y Dimas Maciel lo recuerdan como un hombre con aspectos negativos y positivos, fuerte, pero también vulnerable.
La espontánea generosidad que caracterizaba a Chito queda de manifiesto en una anécdota que Juan Carlos Medina, futbolista profesional originario de La Laguna le contó al representante de la Sonora Tropicana en Guadalajara cuando jugaba en Atlas.
Según el relato del jugador, un día Chito Cano llegó a la gasolinera donde su padre trabajaba como despachador y al ver que éste estaba ocupado, él mismo se puso a atenderlo. Al terminar, el empresario, quien iba como copiloto, le pidió al chico que se acercara y además de pagarle, le dio el billete de mayor denominación de ese momento como propina, un acto inolvidable para el futbolista.
El diálogo que mantuvo Medina con Chito Cano habría sido en estos términos, relata García Ortiz:
– ¿Qué eres tú del señor?
-Soy su hijo
-Ah, ¿y le ayudas?
-Sí
-Ok ¡Qué bueno que le ayudes!
Yo pienso que por esa razón se le tenía cariño, porque sabía a veces a quién apoyar, a quién darle, a quién proteger, y yo creo que eso es muy importante en la vida. Yo no digo que no tuvo detalles negativos, pero pienso que los positivos pueden imponerse”.
La vulnerabilidad, por otra parte, se convirtió en un peso hacia el final de sus días. Dimas refiere que ya en sus últimos años, Chito estaba en condiciones prácticamente de abandono.
Algunas veces acudió a su último domicilio frente al Continental Torreón para darle de comer y apoyarlo con su aseo personal. Tiempo después, su hermano Servando Cano decidió llevárselo a Monterrey para que fuera asistido en aquella ciudad.
Tanto Saturnino como Dimas coinciden en que, después de que Rodrigo Ángel Cano Rodríguez dejara el negocio del entretenimiento por cuestiones de salud, otros promotores quisieron seguir sus pasos, pero sin alcanzar el éxito en taquillas que Chito lograba, de tal forma que sigue vigente su mote de “El rey de La Laguna”.