OPTIMUS

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Jorge A. Pérez González

Oposición Extraviada

Muy pocos recordamos que hace años le quitaron 3 ceros al Peso Mexicano y que para efectos de reconocimiento mundial y de plena identificación de la moneda se le denominó Nuevos Pesos, bajo ese antecedente, para quienes sí lo vivimos y lo recordamos, el dólar hoy cuesta entre 20 mil y 21 mil pesos en las casas de cambio.
Hago esta aclaración, pues el precio del dólar interbancario, que ha llegado a fluctuar entre los 24 y 25 Nuevos Pesos, jamás ha alcanzado un pago de más de 21 pesos en las casas de cambio, acotando que en una economía de mercado el verdadero precio de las cosas es en lo que se compra y en lo que se vende.
Para las nuevas generaciones es importante enterarles, que hubo una vez una época en el que el dólar costó 12 pesos con 50 centavos durante muchos, muchos años.
En 1954 se estableció en ese precio, por lo que puedo decirles que en lo personal viví mis primeros 20 años de existencia sabiendo que ese era el costo y el valor, pues en 1976 eran reducidas las casas de cambio que existían en la ciudad. Todas las operaciones de cambio se hacían a una paridad fija.
A partir del 76 la paridad flotante inició bajo un supuesto de 20.50 de los viejos pesos, por lo que en lo personal me inicié en el comercio bajo la tutela de mi primera devaluación.
Sin embargo poco duró ese sistema de flotación de libre mercado, para 1981, año en que nació mi primer hijo, el tipo de cambio ya se había disparado, por lo que fue necesario establecer un sistema dual, y en septiembre de 1982 el precio del dólar alcanzaba los 50 y los 70 viejos pesos, la justificación de ambos precios es que uno era prioritario para la importación de bienes esenciales y el otro general, determinado por la ley de la oferta y la demanda. A partir de entonces comenzaron a aparecer más y más Casas de Cambio en la ciudad.
Difícil situación para quienes nos dedicábamos al comercio, pues en 1985, ya con la llegada de mi segundo hijo, el dólar llegó a cotizarse en 150 viejos pesos, pero las altas tasas de inflación hicieron que alcanzara en 1988 hasta por encima de los 3,000 pesos el tipo de cambio por dólar.
Muchas empresas tuvieron que cerrar, no era posible mantenerlas vigentes sin capital ahorrado, mucho menos cuando los ahorros se convirtieron en polvo, pues el 22 de junio 1992, mediante decreto presidencial se le quitaron esos 3 ceros al peso para dejar en 3.08 nuevos pesos la cotización libre del dólar norteamericano.
Durante años se ha mantenido el esquema le libre flotación impuesto desde la aparición del Nuevo Peso. Así con un deslizamiento constante en 1999 costaba 9.50, en el 2006 rebasó los 10 nuevos pesos y en el 2009 alcanzó los 15 nuevos pesos por dólar, para después en el 2012 mantenerse alrededor de la cifra mágica de los 12.50.
El sexenio anterior en el país, representó la mayor perdida en la paridad, pues pocos lo recuerdan o no lo quieren recordar, pero en el 2016, se llegó a establecer un precio de 21.93 nuevos pesos por dólar.
Este sexenio, en el 2018 inicia operaciones con un tipo de cambio de 20.26 nuevos pesos, por lo que para quienes hemos vivido un poco más, representa 20,260.00 pesos por dólar.
Ahora bien, para que esta historia de terror tan larga. Muy sencillo, las nuevas generaciones piensan que hoy están viviendo algo que nadie ha vivido, por ello y para ellos es este recuento de más de 60 años de historia cambiaria en el país.
La intención es muy sencilla, no sucumban a la desinformación ni al odio generado por quienes hoy ya tienen su futuro resuelto. Ellos no pretenden un México más solidario y más equitativo, ellos tan solo añoran los privilegios perdidos y por ende deciden descontextualizar absolutamente todo, pensando que con su actitud retomaran el poder.
La historia en este país nos muestra que no hay catástrofe que pueda impedir el desarrollo, al contrario quienes han estorbado al mismo, son precisamente quienes piensan en el poder tan solo para beneficio personal.
Una Pandemia no va a impedir que los comerciantes y empresarios de nuevo cuño logren sus objetivos, las grandes tragedias han demostrado en el país, que la solidaridad es el mayor de los atributos de una sociedad moderna.
Ni Ruiz Cortines, ni López Mateos, ni Díaz Ordaz, ni Echeverría Álvarez, ni López Portillo, ni De La Madrid Hurtado, ni Salinas de Gortari, ni Zedillo Ponce de León, ni Fox Quesada, ni Calderón Hinojosa, ni Peña Nieto, pudieron acabar con el país y mucho menos con la Patria, escribo solo los apellidos de quienes han gobernado el país en mi existencia.
Hoy con López Obrador no tiene por qué ser diferente, una nación es el cumulo de esfuerzos de todos sus integrantes, cuando esos esfuerzos van a dirigidos a una mejor sociedad, sin duda se abrirán los espacios para lograr el progreso.
Para lograrlo debemos mantenernos siempre como críticos permanentes del gobernante en turno, pero no sumándose a los esfuerzos inútiles de una OPOSICIÓN EXTRAVIADA.
Jorge Alberto Pérez González
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