Por Víctor Contreras
Insaciable, voraz, y enloquecido por el poder, sacó a su Alma Laura de la cocina y la llevó a la oficina. Y hoy, “El marido Incómodo”, el cacique de Altamira, trata de imponer a su candidato, Freddy Polanco. Juvenal Hernández anda con el santo de espaldas y, en un descuido, pudiera disfrutar hasta del calorcito del frío de los barrotes de una celda.
ALTAMIRA, UN NEGOCIO DE FAMILIA
En complicidad con el Contralor Juan Hernández de la Garza, siendo Síndico, Juvenal Hernández Llanos, entregó toda la información, para que Juan Genaro de la Portilla fuera encarcelado, por órdenes de Manuel Cavazos Lerma.
Como premio a esa heroica traición, fue nombrado Tesorero en el segundo periodo municipal de su padre putativo, y desde ese entonces, no se ha bajado del tren de la corrupción, con esa insaciable sed de poder y riqueza.
Enloquecido por el poder, convirtió al ayuntamiento de Altamira en un Negocio de familiar.
En este pueblo, nada se mueve sino es por su caprichosa voluntad, controlando los hilos del poder, los negocios, las obras y hasta las relaciones peligrosas con el bajo mundo del hampa.
Es una negra historia de corrupción.
En el sexenio de Tomás Yarrington, los ayuntamientos de la zona metropolitana, compraron un Helicóptero, y Don Cucho, se gastó el dinero que le correspondía pagar, en otras cosas y tuvo que “salir al quite” con cinco millones de pesos para la fianza, don Benito Arguello.
Los cargos públicos municipales y estatales son para sus “leales compinches” a quienes maneja a su antojo y perversa voluntad, como a su hoy candidato a la la alcaldía, Freddy Polanco.
Contratos, obras y constructores, la nómina, los medios de comunicación y los periodistas, todo, absolutamente todo lo maneja “Don Cucho”, Juvenal Hernández, el repudiado Cacique del pueblo.
Solo por citar un ejemplo de la voracidad de don Juvenal. Todas las obras están infladas como es el caso de la construcción del Velatorio del DIF municipal, que tuvo un costo de 60 millones de pesos. Si embargo, la reconstrucción del palacio costó 40 millones.
Una historia de corrupción, de compra de votos, voluntades y conciencias, elecciones amañadas y de enriquecimiento ilícito al amparo del erario público.
A su esposa, a su “Juanita”, la sacó de la cocina para sentarla en la oficina. Para todo el pueblo es un secreto a voces, que Alma Laura es la presidenta, pero quien manda, despacha a cuadra y media.
Laura atiende al público, Juvenal hace los negocios, asigna las obras.
Su hija Laura, de un lenguaje florido y carretonero, atiende el DIF, y además, la quiere hacer diputada local por el partido que sea. El Junior, negocia contratos y pide los diezmos, a demás de placearse con los capos del bajo mundo.
Don Cucho, –así le apodan, porque perdió un ojo en un pleito con otro mancebo, por los amores de una dama–, ha sido Sindico, Tesorero, Alcalde, su “Juanita”, dos veces alcaldesa (2016-2021) y ahora tiene a Freddy Polanco, el Impresor, como su candidato pelele, su marioneta, y quien ha sido su proveedor de facturas falsas, como su persona.
Si el SAT investigara a Freddy Polanco, no llega libre ni con con fianza, a recibir el acta de minoría después de la próxima elección.
EL “BANCO” DE LA TRANSA
En este banco de materiales MH, Materiales Hernández, el constructor que no compra, no avanza.
Desde hace más de 20 años, Juvenal Hernández explota de manera irregular este banco de materiales para construcción como arena, graba y el clásico relleno champayán
Este Banco, ubicado del Ejido El Fuerte, que varias ha sido cerrado por ilegal, la venta es obligatoria para todos los constructores y sindicatos de camioneros y empresas que realizan obra pública para el municipio.
Y para surtir de material a constructores explota terrenos de varios ejidos como Cervantes, Armenta, Lomas del Real, Medrano y Flores Magón y por pura casualidad, es el único proveedor del ayuntamiento y el material, lo venden a precio de oro.
Pero al vender material al municipio, se auto vende. Es vendedor y comprador al mismo tiempo. ¿Negocio redondo?
EL PRINCIPIO DEL FIN
Nada es para siempre y lo que empieza termina y tal parece que el principio del fin del cacicazgo de Juvenal Hernández empezó con el enfrentamiento con el gobierno del Estado.
Y como dicen, en política solo hay un error y lo demás es consecuencia, Don Cucho tuvo a bien contratar la asesoría de Gonzalo Alemán, quien fuera cesado como secretario de Desarrollo Económico del actual gobierno panista.
El oriundo de Aldama, fue el enlace con Mario Delgado, líder de la Cámara de diputados, pero hoy públicamente señalado como traidor por el propio presidente López Obrador y con este personajito, “El dueño” de Altamira, pretendía hacer alianzas para la elección del 2021.
Vaya, que don Cucho trae el santo de espaldas.
Lo que antes era miel sobre hojuelas, hoy es sal en las heridas. Y todo, por prenderle velas a Dios y al Demonio en una sola oración.
Y por si no tuviera de qué preocuparse, contrató a personajitos expertos en llevar a la tumba política a sus jefes inmediatos o a sus asesorados. Es el caso de Fernando Azcárraga, que no solo le vende la construcción de imagen del ayuntamiento y de su esposa que la movió de la cocina a la oficina, sino que también le recomendó a Víctor Joffre, también ex tesorero con el vilipendiado y defenestrado Oscar Pérez Inguanzo.
Además, el político venido a menos, Fernando Azcárraga, es el encargado de abrir espacios y ser el interlocutor con personajes de la Cuarta Transformación.
Según lo dicho por sus propias palabras, el director de Comunicación Social, Francisco Piñeyro y el Secretario Técnico, David Ulloa, fueron recomendados o “impuestos” por Fernando Azcárraga.
Y por si fuera poco “andar mal y de malas”, Don Cucho, contrata los servicios de asesoría de “otro corrido” no por indiscreto sino por infidente, al ex titular del ITIFFE, Germán Pacheco, quien a su vez, contrató los buenos oficios de José Alberto Guzmán Rivera como secretario particular de la alcaldesa.
Y como se nos acabó el espacio, mejor nos leemos mañana. Y agradeciéndole al todopoderoso, nos conceda ver la caída del Cacique, que tanto daño le ha hecho al pueblo de Altamira.
Pero, ¿dependerá del Creador?
Creo que depende de los altamirenses.