¡Raza de Judas!

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*La clase política tamaulipeca, contaminada con el virus de la traición y el amor al dinero

Alejandro Mares Berrones

Al redentor del mundo, por treinta monedas de plata le dieron un beso en la mejilla; al ex gobernador de Tamaulipas, Francisco García Cabeza de Vaca, su ex compañera de fórmula al Senado, Sandra Luz García Guajardo, por una dirección de compras en la Junta de Aguas y Drenaje (JAD) de Matamoros, lo ha traicionado.
Sandra García, actual diputada local en el Congreso de Tamaulipas, le va a vender caro su “lealtad” al gobernador Américo Villarreal, y le ha cobrado factura exigiendo cargos públicos para los suyos, en la JAD.
Cabeza de Vaca la hizo senadora, después en su sexenio fue directora del Instituto Tamaulipeco para la Cultura y las Artes; posteriormente la colocó en la primera posición de la lista plurinominal para las diputaciones por el PAN, para llegar al Congreso del Estado.
Sandra García, era la política más cercana y de todas las confianzas de Cabeza de Vaca, hoy junto con otra legisladora panista, Mireya González, lo han traicionado; la traición fue a tal grado que la bancada de Morena, recuperó la Junta de Coordinación Política y las Comisiones que habían perdido.
Mireya González, al igual que Sandra García, llegaron a sus respectivas curules “palomeadas” por Cabeza de Vaca y su hermano Ismael; las posiciones políticas que han tenido, se las deben al apoyo de ellos; ahora como ya no tienen el yugo de los hermanitos, encontraron la manera de negociar su voto a favor de Morena a cambio de prebendas, para sus cercanos o familiares.
En el caso de Mireya González, ella negoció con el gobierno de Villarreal, la titularidad de la Agencia Portuaria Integral, API, para su padre Hilario González, ex diputado local del PAN, quien como legislador sirvió a los intereses de Cabeza de Vaca.
Dice el dicho: “pueblo chico, infierno grande”, como las mencionadas diputadas son de Matamoros, es un secreto abierto de las negociaciones que estas legisladoras tuvieron con el gobierno estatal morenista.
El gobernador Villarreal, no dudó en compartir con ellas el betún del pastel, otorgándoles algunas concesiones para recuperar el control del Congreso local y así gobernar con la tranquilidad que da, el tener el brazo legislativo de su lado.  
A Sandra García le fue otorgada la Dirección de Compras de la JAD, para Enrique Salinas, uno de los suyos y quien en los primeros tres años del gobierno de Cabeza, fue subsecretario de Desarrollo Económico del Estado.
El presupuesto anual de la JAD, rebasa los mil millones de pesos y por la Dirección de Compras, pasan todas las adquisiciones, es decir, más del cincuenta por ciento de lo presupuestado; además a Sandra García también le fue otorgada la jefatura del taller de la paramunicipal, para Leal Tobías, así que el negocio será redondo.
Prácticamente el gobernador Villarreal le otorgó una rebanada del pastel, pero lo más grave, es que la JAD seguirá manejada por la clase política, lo que significa saqueo y corrupción.
Las lenguas de doble y triple filo, aseguran que Sandra García, también se verá beneficiada con licitaciones o asignaciones directa de obra pública del estado, para las empresas donde ella y su esposo, el ex alcalde y ex diputado federal Ramón Sampayo son socios.
En la pasada elección a la gubernatura, Ramón Sampayo, fue el coordinador en Matamoros, de la campaña del candidato de la “Alianza Va Por México”, que postuló a César Verástegui “El Truco”, quizá ahora se expliquen los panistas, el por qué en los distritos de esta ciudad, Morena les ganó con más de 50 mil votos, asegurando el triunfo de Américo Villarreal.
Después de abandonar al PRI, Sandra García y Ramón Sampayo, ganan la Presidencia Municipal de Matamoros por el PAN, en aquellos años que Tomas Yarrington gobernaba el estado, llegaron gracias al apoyo del ex gobernador, jamás volvieron a ganar ninguna elección popular.