Yarrington bajo proceso de 11 cargos criminales en Estados Unidos

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El Juez Morgan lo trató como a un perro

 

*Al ex gobernador le tocó el juez más duro de Texas, un ex Coronel del Ejército de los Estados Unidos

 

Alejandro Mares Berrones

Brownsville, Texas. Con la misma ropa, con la que fue trasladado desde Italia, Roma, el pasado viernes; el otrora poderoso gobernador de Tamaulipas, Tomás Jesús Yarrington Ruvalcaba, fue presentado  el 23 de abril, ante el Juez de la Magistratura de los Estados Unidos, Ronald G. Morgan.
A Yarrington Ruvalcaba, que apareció esposado de pies y manos, con una gruesa cadena de acero como cinturón, se le leyeron los 11 delitos federales por los que se le juzgará, se los leyó el juez  Morgan, uno de los jueces más temidos en Texas,  por la estricta aplicación de la ley y su mano dura para impartir justicia, desde su trayectoria en el Ejército estadounidense, en donde se desempeñó como Coronel.
Fue en la sala de justicia 2, del distrito de la Corte Federal de Brownsville, Texas, ubicada en la 7 y Harrinson, muy cerca del Zoológico Gladys Porter, donde se llevó a cabo la audiencia inicial, de las acusaciones que el gobierno de Estados Unidos le hace a Tomás Yarrington.
La sala de justicia, abrió sus puertas a las 13:30 horas, para los periodistas, quienes accedieron a la primera fila.
Eran tantos los comunicadores que muchos se quedaron afuera; la segunda fila fue para familiares del acusado, entre ellos una tía y una hermana, que no fue posible identificar por el tumulto, así como su cuñado, Armando Galván Kenning, ex director de panteones en Matamoros, puesto que ocupó el papá de Yarrington en tiempos pretéritos;  su medio hermano, el pastor Víctor Alvarez Ruvalcaba, su prima Laura y su amigo Poncho Cárdenas Gutiérrez, con quien le gustaba pasear en motocicleta por Estados Unidos.
Afuera de la sala, quedaron otros familiares de Yarrington, así como Rodolfo Muller, ex delegado de la Profeco en Matamoros, que quiso entrar pero ya no lo dejaron.

“Como quieres que se lleve la audiencia, en inglés o en español”, le preguntó en idioma inglés el juez Morgan a Yarrington, después de que el exgobernador levantó su mano derecha, a la altura de la cintura, porque la gruesa cadena con la que venía esposado no se lo permitía más y juró decir la verdad ante ese tribunal.
“En español, porque lo domino al cien por ciento, y el inglés solo el 80 por ciento, por eso decido el español”, respondió un Tomás Yarrington, con una voz entrecortada y con actitud retadora.
El juez Morgan, ataviado con su toga negra, camisa de cuello celeste y corbata con puntos negros y rojos, se cruzó de brazos, se acomodó los lentes y se le quedó viendo fijamente a Yarrington y le preguntó otra vez en inglés:
 “Cómo te llamas”.
“Tomás Jesús Yarrington Ruvalcaba”, respondió el ex gobernador de Tamaulipas.
“Qué edad tienes”.
“61 años”, dijo Yarrington, quien ya no le volvió la mirada al juez, se concretó a observar y a escuchar por medio de audífonos que ya traía en sus oídos, a la traductora, una joven mujer que vestía un saco rojo y que traducía al español, solo para Yarrington, lo que el juez Morgan decía en inglés.
“Qué estudios tienes”, volvió a preguntar el juez Morgan.

“Una maestría en administración pública por la Universidad de los Angeles California”, dijo Yarrington.
El juez le pregunta que si cuenta con un abogado defensor, a lo que Yarrington respondió:
“En este momento no lo sé”.
Efectivamente la mesa, para la defensa del ex gobernador estaba vacía.
Al contrario, en otra mesa se encontraban sus acusadores, los fiscales, así como agentes del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas, ICE en inglés; del Departamento de Administración para Control de Drogas, DEA; de la División de Investigaciones Criminales, IRS; del Buró Federal de Investigación, FBI…
Yarrington, solo contaba con la presencia de un representante del Cónsul de Protección, Vanesa Ortega, del consulado de México en Brownsville, Texas.
El Juez le aclara a Yarrington que si no tiene abogado defensor, el estado le asignará uno de oficio, pero que el tendrá que pagarlo.

Yarrington al hacer uso de la voz, argumentó que no cuenta con recursos y que no se ha podido comunicar con su esposa y sus dos hijos que viven en la ciudad de México y que no lo pueden venir a ver, porque no tienen visa.
El Juez Morgan, le dijo “stop”… que eso no le importa a él.
Prácticamente trató a Yarrington como a un perro y casi, casi, le dijo, no me interesa que vengas a llorar aquí e inmediatamente le empezó a leer los 11 cargos que obran en su contra y cuando el Juez le preguntaba que si entendía, el ex gobernador solo respondía:
“Sí Señor”.
Y en  7 ocasiones más, volvió a decir:
“Sí Señor Juez”, mientras sus ojos tristes se fijaban fijamente a los de la traductora que para Yarrington, pareciera que le estaba hablando el mismo diablo vestido de rojo.

El calor en la sala de justicia, empezó a sentirse, los tenis azules con rayas blancas que calzaba Yarrington, en momentos se movían levemente como si  temblaran.

Los 19 minutos más largos para Yarrington

El juez Morgan por 19 minutos, le describió fechas, cantidades y los delitos de que se le acusa, entre ellos, delincuencia organizada, narcotráfico, lavado de dinero, fraude bancario, importación de drogas, evasión de impuestos, sobornos a cárteles de las drogas para el trasiego de las mismas hacia Estados Unidos, cuando fue gobernador de Tamaulipas…
El propio Juez Morgan, reconoció que de los 11 cargos que se le imputan, en ocho de ellos aparece su nombre.
El Juez concluyó la audiencia a las 13:52 horas, y le dijo a Yarrington que le han sido confiscados 135 millones de dólares, sus cuentas congeladas, todo lo que aparezca con su nombre y sus prestanombres, un avión, un departamento en la Isla del Padre,  propiedades en San Antonio y Houston Texas…

“Toda la estafa”, dijo el juez Morgan.
“Vas a tener que pagar al abogado que te asigne la Corte y por haberte fugado del país y esconderte 6 años, no tienes derecho a fianza”.
Después le dijo, que el 26 de abril podría apelar a esta resolución y el 27 de este mismo mes, será la audiencia para que se declare culpable o inocente… lo que acá en México era el auto de formal prisión o actualmente el auto de vinculación a proceso.
Yarrington, salió de la sala de justicia, con el rostro desangelado, con la mirada al piso, vestido con un pantalón de mezclilla, su camisa a cuadros azules con blanco, tenis azules con rayas blancas, como cinturón traía una gruesa cadena de acero, con esposas en sus manos, esposado de los pies… por donde entró, salió…

A sus tías y hermana, se les rodaban las lágrimas por las mejías, Armando Galván Kennig, cuñado de Yarrington, se puso rojo de su rostro, quizá de vergüenza; Poncho Cárdenas Gutiérrez, se mantuvo con su mano izquierda en la boca, todos salieron tristes, preocupados, saben que el futuro de Tomás será la prisión por muchos años.
Después, en la parte posterior de la Corte, a las 14:17 horas, tres camionetas negras igualitas, con vidrios oscuros, sacaron a Yarrington, quedó bajo la custodia de los U. S. Marshall, quienes lo trasladaron a la cárcel denominada Carrizales, que se encuentra en Olmito, del Condado de Cameron, en cuyo interior se encuentra una unidad (módulo) de máxima seguridad, para los criminales de alta peligrosidad.
Irónicamente, después de que salieron los vehículos de la Corte con Yarrington abordo, por la calle 7, pasó Daniel Sampayo, bajó el vidrio de una troca negra  y con una sonrisa que le temblaba la quijada, saludó sin bajarse de la camioneta a los periodistas Mauro de la Fuente, del periódico El Norte, a Verónica Guzmán, del Mañana de Reynosa y al periodista  Juan José Ramírez.
Quizá Daniel, quería saludar a su ex patrón, Tomás Yarrington, de quien fue secretario particular y a quien se le ha mencionado como uno de sus principales prestanombres. 
“Alcánzalo Daniel, hay va tu patrón”, le dijeron los periodistas.