Alcalde de Matamoros mandó exorcizar la Presidencia Municipal y a quemar la silla en donde se sentó su antecesor
Alejandro Mares Berrones
Fueron 11,000,000,000 millones de pesos que manejó Mario López Hernández, un presupuesto de seis años porque se reeligió, aunque los últimos 6 meses dejó a su suplente a cargo de la alcaldía, al médico Rubén Sauceda Lumbreras, quien solo fue un muñeco de trapo, al que «La Borrega Corrupta», manejó a su antojo y lo convirtió en su cómplice del saqueo.
Mario López Hernández, pasará a la historia, como el más corrupto y nefasto alcalde que haya tenido Matamoros, la dejó en el abandono, con una pavimentación chafa, de mala calidad, llena de baches, con un servicio ineficiente en alumbrado y recolección de basura, y con aguas puercas por todas las calles, porque nunca rescató a la Junta de Aguas y Drenaje; derribó el estadio municipal, para pedir 100 millones de pesos para reconstruirlo, pero se lo negaron; prometió en su campaña de reelección, un metro bus para la ciudad y no lo hizo; dijo que haría un Centro de Convenciones, puras pifias, se dedicó al saqueo y a dejarle a su sucesor una gigantesca deuda de más de 90 MDP a sus sucesor.
El diputado federal del Partido Verde, goza de fuero constitucional, pero sus funcionarios públicos no, los que también se enriquecieron al amparo de sus puestos públicos; los integrantes del cuerpo edilicio de Honorable Ayuntamiento de Matamoros, ya dijeron que de encontrar irregularidades en los manejos financieros, todo será turnado a la Auditoría Superior del Estado, la que tiene la facultad de fincar sanciones administrativas y proceder penalmente contra los responsables.
Y es que Mario López Hernández, en el 2018, como todo priista oportunista y con el apoyo del senador de morena y cuñado de Cabeza de Vaca, José Ramón Gómez Leal, lo palomearon como candidato a la alcaldía, a la que llegó con una mano atrás y otra adelante; al paso de 3 años, «La Borrega Corrupta», empezó a comprar propiedades, a construir gasolineras, adquirió vehículos de lujo, al grado de que hoy posee una escandalosa riqueza; actualmente tiene una carpeta de investigación por la Unidad de Inteligencia Financiera del Estado de Tamaulipas, UIFE y entre otros antecedentes penales archivados.
Al actual alcalde, Alberto «Beto» Granados Favila, lo acusó de todo y se convirtió en su mayor opositor para que este no llegara a la alcaldía de Matamoros; en junio de 2024, casi al concluir la campaña electoral, «La Borrega Corrupta» mañosamente pidió perdón, se disciplinó, después de que en un acto público les mentó la madre a los morenistas de Matamoros e hipócritamente le levantó el brazo al entonces candidato a la alcaldía; pero el día de la votación, Mario López Hernández, los traicionó a todos, a AMLO, a Claudia Sheinbaum, al gobernador Américo Villarreal, a Morena, voto por el PAN, por la candidata Leticia Salazar, este político dijo a su círculo cercano, que «lo habían embrujado».
Quizá por todo esto, el primer acto político que realizó el actual presidente municipal, Beto Granados, fue exhibir la silla en la que se sentó su corrupto antecesor y después la mandó quemar; posteriormente en su primer día de actividades como un acción de fe y confianza en la creación de un Matamoros más unido y próspero, el alcalde municipal Beto Granados acompañado del Padre Humberto Zúñiga, miembro de la Diócesis de Matamoros-Reynosa, recorrieron los pasillos de la Presidencia Municipal para bendecir cada una de sus áreas.
«Con estas acciones y la voluntad de cada uno de los nuevos funcionarios municipales se deslumbra una administración cercana a los matamorenses y consciente de la gran responsabilidad que hoy se ejerce. Con acciones y fe se transformará Matamoros», fueron las palabras del alcalde Beto Granados.
El Padre Humberto Zúñiga, realizó la bendición del inmueble antes de ingresar a Palacio Municipal, este acto espiritual es para que los demonios empiecen a correr, para que salgan «chispados» como los marranos que se fueron al precipicio; posteriormente, el cura y el alcalde, recorrieron cada una de las oficinas del lugar para esparcir agua bendita, confiando en la voluntad de Dios y en la de los funcionarios entrantes para transformar a Matamoros y no para saquearlo como lo hizo Mario López Hernández, «La Borrega Corrupta» y sus 40 ladrones.