Alejandro Mares Berrones
Existen reglas no escritas en política; la disciplina, el compromiso y la lealtad son claves para mantenerse en el ajedrez político.
Tamaulipas no es la excepción, máxime cuando ya existe un jefe político, de un partido hegemónico como en lo que se está convirtiendo Morena.
Ese jefe político es el gobernador, en este caso Américo Villarreal Anaya, al menos para los alcaldes y diputados emanados de la 4T.
Resulta, que algunos alcaldes, se han adelantado, sin la venia de su jefe político, para tomar decisiones netamente políticas, en lo que corresponde a la sucesión en las alcaldías.
A tal grado ha llegado la osadía, que no solo lo dicen, sino que hasta se toman fotografías, mostrando a sus corcholatas, como si estuvieran a la altura de López Obrador.
No es lo mismo la Presidencia de la República, a la alcaldía de una ciudad; el presidente de la nación, aunque lo niegue pone a su sucesor, porque él no tiene a quien pedirle permiso “solo al pueblo” y en el caso de los alcaldes, queda claro que: “alcalde no pone alcalde”, pero si puede traicionar, porque la soberbia, también da comezón.
La comezón, es a consecuencia de que el poder se le va a acabar al que está en turno y quiere seguir gobernando de manera transexenal, como lo hizo Tomas Yarrington, durante el gobierno de Eugenio Hernández Flores.
Un error, que tanto el títere como el titiritero cometieron, con graves repercusiones a sus brillantes carreras políticas; se convirtieron en estrellas fugases, ya sin movimiento, donde es más negro su pasado que su apellido.
Eugenio era el gobernador, pero Tomas, era el que mandaba y como son las cosas, ambos fueron a parar a prisión, con la salvedad de que “Geño”, ahora lleva su proceso en libertad y Yarrington se encuentra en una cárcel de los Estados Unidos.
Si hacemos una remembranza, de lo ocurrido en los municipios de Tamaulipas, deberíamos de tomar como ejemplo a Matamoros.
Nos daremos cuenta, según su historia política que cuando el alcalde, ha querido imponer a su sucesor, siendo de la misma línea política del gobernador en turno, no ha tenido mano para tal designación y cuando no ha sido así, el postulado por el alcalde, pierde en las urnas.
Pero también, los alcaldes han jugado chueco, traicionando, descarrilando o retrasando el avance de los liderazgos que vienen empujando detrás.
Hay dos casos, espero no equivocarme, el de Homar Zamorano Ayala, que perdió contra Ramón Antonio Sampayo, porque Tomas Yarrington, entonces alcalde, le sacó el hombro y se inclinó por el panista.
Sampayo, hizo muy mal papel como alcalde de Matamoros, tanto que su propio compañero de partido, en ese entonces diputado, Ramiro Salazar lo denunció penalmente por desvío de recursos.
Zamorano, se tardó 3 años más para llegar a la alcaldía, ya con Tomas Yarrington como gobernador, quien ahora si lo apoyo y nombró a su sucesor.
Otro caso fue el de Erick Silva-Alfonso Sánchez Garza, “Poncho” era diputado local, amigo del entonces gobernador Eugenio Hernández Flores, pero Erick, se había convertido en Diputado Federal, al dejar Baltazar Hinojosa esa posición e irse a la Presidencia Municipal de Matamoros.
Pero como en el sexenio de Geño, Yarrington era quien decidía se inclinó por Erick; Poncho Sánchez, hizo berrinche a tal grado que quiso abandonar al PRI, pero aguantó 3 años; no podía creer que su amigo el Gober no pudo con su designación.
La diferencia entre Poncho y Erick, es que Alfonso anda con la frente en alto y al egresado del Tecnológico de Matamoros, todavía le tienen un proceso en Texas.
Erick Silva, también hizo un mal gobierno, le mordió la mano a Yarrington y a Baltazar y Alfonso “Poncho” Sánchez, asume la alcaldía.
Y así podríamos continuar, recordando hechos de historias de decisiones políticas, a ver si sirven de algo, en este tiempo presente, ante el encono que se está dando en la actualidad, en esta ciudad entre la clase política de Morena.
Por cierto, la oposición se está carcajeando de verlos de la greña, porque le abren la posibilidad de llegar de nueva cuenta a la alcaldía.
Lety Salazar y Carlos García, ya se afilan las uñas, y saben aprovechar las circunstancias que dan las divisiones y los errores.
Creo que hay alcaldes, que andan “calentando la olla” sin necesidad; el gobernador va a sacar adelante a su partido, la carrera de Américo Villarreal, es sólida y no es ningún ingenuo, él sabe que necesita cada municipio y Matamoros requiere de gente nueva.
Y para rematar, hay una máxima que dice:
“En la política como en el amor, se nota cuando te quieren y cuando no te quieren se nota más”, entonces no tiene sentido romperse las vestiduras, cuando en política todo se arregla, al menos que la soberbia sea más poderosa que la inteligencia.
P.D. Esta va sin dedicatoria, para que no se me vayan a calentar las ollas.