Alejandro Mares Berrones
Cada vez participan más los militares en las decisiones políticas del país, no existe entidad federativa donde la Bota Militar no tenga presencia; Tamaulipas no es la excepción.
En el Senado está en puerta la reforma para que la militarización continúe hasta el 2028, pese a que ha quedado evidenciado los devastadores efectos de la misma y la violación sistemática de los derechos humanos.
Con la llegada de Américo Villarreal Anaya, la bota militar asumió el mando de la seguridad pública de Tamaulipas, a través de Sergio Hernando Chávez García, un General de Brigada, Diplomado de Estado Mayor retirado.
En septiembre, antes de tomar protesta, Américo anunció y hasta elogió la trayectoria académica y policiaca de Oscar Aparicio Avendaño, ex comisionado de la policía estatal de Chihuahua, durante el sexenio del panista Javier Corral.
Aparicio había sido recomendado a Américo, por Omar García Harfuch, secretario de seguridad de la CdMx; pero la SEDENA no avaló dicha designación y le tumban a su futuro secretario y en su lugar nombran al General retirado.
La excusa para tumbar a Aparicio, fue la ineficiencia en los resultados a su paso por las dependencias en que este policía había estado; la estela de corrupción que dejó en el gobierno del panista Javier Corral.
Las primeras declaraciones del General Sergio Hernando Chávez, fue el de reconocer que Tamaulipas carece de policías; pero que echará mano de los elementos de la Guardia Nacional y de los Militares para coadyuvar con el estado y garantizar la seguridad, o sea, la militarización de la entidad.
Posteriormente a estas declaraciones, en la primera reunión de la Mesa de Coordinación de la Paz en Tamaulipas, donde participan la SEDENA, SEMAR, Guardia Nacional, Instituto Nacional de Migración, FGR, FGJE, Centro Nacional de Inteligencia y el propio gobernador, allí en cortito, Américo les dijo:
“Mi compromiso es reducir los índices en los delitos de alto impacto que más agravian a la sociedad como homicidio, secuestro, extorsión y los femicidios; para cuando se hable de Tamaulipas en unos meses más, se diga que somos ejemplo”.
Tamaulipas es uno de los estados más violentos del país y sin duda, Américo conoce las estadísticas de los delitos que mencionó; pero la bota militar, tampoco ha dado muy buenos resultados que digamos, al contrario, en los topones infernales entre delincuentes y militares han resultado personas inocentes muertas, víctimas de esos enfretamientos.
En el informe de enero de este año, del Secretariado de Ejecutivo del Sistema Estatal de Seguridad Pública de Tamaulipas, señala que esta entidad ocupó la posición 27 en el ranking nacional de incidencia delictiva en delitos del fuero común.
En homicidio doloso, Tamaulipas se encuentra en la media nacional con la posición 19; robo de vehículo, 27 y la más reciente ENVIPE del INEGI señala que la extorsión y el secuestro han ido en aumento en la entidad.
Con estos datos, al menos en Tamaulipas la política de Andrés Manuel López Obrador, esa de “abrazos, no balazos” no se va a seguir.
El gobernador Américo Villarreal ya anunció que a partir del 4 de octubre, 600 elementos de la SEDENA que forman parte del programa “Fuerza Tarea México”, reforzarán la seguridad del estado, principalmente en la región centro-sur de la entidad.
El discurso de Américo en el tema de seguridad es muy claro, él sabe que Tamaulipas “es una papa caliente”, conde convergen y cohabitan diversos cárteles de la delincuencia organizada, que será difícil enfrentarlos.
También sabe que la Policía Estatal no es confiable, porque responden todavía a los intereses del ex gobernador Cabeza de Vaca, así que la única opción real que tiene es enfrentar la inseguridad con la bota militar que le ha impuesto el gobierno federal.
Solo el tiempo, arrojará los resultados y veremos si el Tamaulipas de Américo continúa siendo una entidad violenta e insegura o se convierte en un estado que sea ejemplo nacional.