De acuerdo con el jefe de la Policía local, las autoridades creen que el sospechoso del ataque, Devin Patrick Kelley, un ex militar de 26 años, se mató de un tiro tras ser perseguido por dos residentes locales que iban armados.
«Hubo un intercambio de fuego, creo, en el camino, y luego (el vehículo del atacante) chocó», señaló el alguacil.
«En este momento, creemos que tenía una herida de disparo de rifle autoinfligida luego de que chocara».
Las autoridades de Texas aún tratan de identificar el motivo de la masacre, la más grande en la historia del estado.
El agresor ingresó el domingo al templo con un rifle de asalto y con equipo táctico negro, y luego abrió fuego durante un servicio de oración dominical en la Iglesia bautista de Southerland Springs. Hirió al menos a otras 20 personas.
El hombre fue expulsado de la Fuerza Aérea por golpear a su esposa y a su hijo.
El jefe de Policía dijo que los suegros de Kelley a veces asistían a servicios en esa iglesia.
«Escuché que asistían a la iglesia de vez en cuando», dijo Tackitt a Reuters. «No de forma regular».
El Gobernador de Texas, Greg Abbot, dijo a CBS que había evidencia de que Kelley tenía problemas mentales, y que el Estado le había negado un permiso para portar armas.
«Es claro que era una persona con tendencias violentas, que tenía algunas dificultades, y que era un barril de pólvora esperando a estallar», afirmó.