*Luego de asaltar diligencias y haciendas, se une contra la dictadura de Porfirio Díaz
Redacción \ El Norteño
Heraclio Bernal fue conocido como un asaltador de caminos que con el tiempo e influenciado con las ideas de Benito Juárez combatió a la dictadura de Porfirio Díaz.
Su vida se desarrolló a finales de mil 800 y transcurrió en el norte del país, desde Sinaloa hasta Durango y luego se extendieron al oeste del país.
En los años cincuenta Antonio Aguilar enalteció su figura revolucionaria, en un corrido y una película, que el mismo estelarizó.
“Año de mil ochocientos, noventa y dos al cantar, compuse yo esta tragedia que aquí les voy a cantar.
Estado de Sinaloa gobierno de Mazatlán donde daban diez mil pesos por la vida de Bernal.
Dijo doña Bernadina:-Ven, siéntate a descansar, mientras traigo diez mil pesos pa’ poderte reemplazar.-
Oigan amigos qué fue lo que sucedió: Heraclio no tenía armas, por eso no les peleó.
Desgraciado fue Crispín cuando lo vino a entregar, pidiendo los diez mil pesos por la vida de Bernal.
Agarró los diez mil pesos, los amarró en su mascada, y le dijo al comandante: -Prevéngase su Acordada.
-Prevéngase su Acordada y escuadrón militar, y vámonos a Durango a traer a Heraclio Bernal.-
Les dijo Heraclio Bernal: -Yo no ando de roba bueyes, yo tengo plata acuñada en ese Real de los Reyes.-
Adiós muchachas bonitas transiten por donde quieran, ya murió Heraclio Bernal, el mero león de la sierra.
Adiós indios de las huertas ya se dormirán a gusto, ya no hay Heraclio Bernal, ya no morirán de susto.
Ya con esta me despido, no me queda qué cantar, estas son las mañanitas de don Heraclio Bernal”.
Su nombre completo fue Heraclio Faustino Petronilo Bernal Zazueta, conocido como «El rayo de Sinaloa”, hijo de Jesús Bernal y Jacinta Zazueta, nació en el seno de una familia de labradores acomodados, en el pueblo de Chaco del municipio de San
Hidalgo del estado de Sinaloa, el 28 julio de mil 855, donde aprendió las primeras letras de la mano del profesor Ángel Bonilla, quién le enseñó historia regional
Entonces inició su admiración por Benito Juárez, influenciado por su padre, para después a los doce años, ser enviado a Durango donde terminó la etapa de primaria para luego pasar al Seminario donde estudió hasta los dieciocho años, cuando murieron sus padres y un tío se lo llevó a vivir con él al pueblo minero de Guadalupe de los Reyes.
Allí le consiguió empleo en la compañía minera y a base de inteligencia, dedicación y honradez logró ser ascendido a un puesto de confianza hasta que por una traición preparada por uno de sus compañeros.
Fue acusado injustamente del robo de unas barras de plata y enviado a la cárcel a Mazatlán con una sentencia de diez años.
En la cárcel conoció a un español socialista que le facilitó la lectura de textos de Marx, Bakunin, Lassalle, Saint-Saimon, Owen y Proudhon, además de libros de sociólogos católicos alemanes.
De esas lecturas, Bernal hizo una amalgama de ideas en las que concluía que «todas las riquezas eran producto del robo y los ricos unos ladrones, que tenían en la miseria a los trabajadores, legítimos dueños de las riquezas que con su sudor se producían».
Escapó como pudo de la cárcel y se dirigió a Guadalupe de los Reyes donde cobró venganza del traidor y luego reunió a un grupo de excompañeros de prisión y empezó a realizar sus primeros asaltos a diligencias de hacendados.
Tiempo después se dirigió al pueblo de Arroyo Seco donde escuchó que el gerente de la compañía minera trataba bien a los trabajadores y aplicaba las ideas que había aprendido en la cárcel.
Allí conoció al Sr. Lorenzo Salazar y al Fraile Bernardo que eran quienes aplicaban tales ideas en el pueblo y con quienes entabló una gran amistad.
Después de un tiempo de dedicarse a asaltar diligencias y haciendas para repartir lo robado entre la población necesitada y poner en evidencia a los hacendados porfiristas, Bernal decidió dedicarse a la agricultura y con parte del dinero robado, compró el rancho «El Maguey».
Luego de conseguir un salvoconducto del Gobernador de Durango.
Pero al tiempo al ser hostigado por miembros de la «acordada» e intentar matarlo en su rancho decidió aceptar la invitación que le hiciera con insistencia el
Genera Jesús Ramírez Terrones para iniciar una revolución contra el gobierno porfirista.
Se fue de nuevo a las armas dando inicio a una serie de asaltos a poblaciones mineras
Al lado del general Ramírez tomó por asalto el mineral de El Rosario y el puerto de Mazatlán destacándose por su astucia y estrategia militar.
El General Díaz envió al coronel Bernardo Reyes desalojó a los revolucionarios persiguiéndolos hasta Nayarit donde dio muerte al general Ramírez Terrones dando fin a la intentona de revolución.
Bernal se salvó de morir porque en la huida de Mazatlán tomó otro rumbo evitando la persecución de las fuerzas gobiernistas.
A partir de entonces Bernal reinició sus andanzas de salteador de diligencias, cuando en una ocasión asaltó una que viajaba de Mazatlán a Culiacán en la que encontró una valiente resistencia de un hombre alto y rubio quién apoyado por su esposa que le reabastecía las pistolas, resistió el ataque de los bandidos hasta que se le acabó el parque y resultando heridos.
Al terminar la refriega los compañeros de Bernal se acercaron a la diligencia con la intención de rematar al matrimonio, pero Bernal les ordenó que los dejaran en paz – «a un caballero tan valiente se le respeta, no se le mata», les dijo-, ordenándoles que les curaran las heridas y los escoltaran hasta las afueras de Culiacán para evitar fueran asaltados de nuevo.
El caballero que Bernal enfrentó era nada menos que el Los hacendados de la región, cansados de los asaltos de Bernal, se organizaron para ofrecer $10.000 de recompensa por la vida del revolucionario y, como estrategia para hacerlo detener, acusaron falsamente a su tío de un delito, ofreciendo ponerlo en libertad a cambio de la entrega de Bernal, pero mientras este decidía que hacer, el tío fue fusilado impunemente.
Esto incrementó más el odio de Bernal hacia los ricos y el gobierno, que lo llevó a reiniciar la revolución en compañía del general García de la Cadena quién intentaba ser presidente de la República enarbolando la bandera de la «no reelección» e invitó a Bernal a secundarlo a cambio de ofrecerle la gubernatura de Sinaloa.
García de la Cadena inició su movimiento en Zacatecas y Bernal en Topia Durango desde donde publicó una proclama llamada el Plan de la Rastra, donde sostiene el restablecimiento de la Constitución de 1857, desconociendo al gobierno de Díaz y declarando jefe de la nueva revolución al general García de la Cadena.
Al grito de ¡Viva Bernal! Se inició la toma de San Andrés de la Sierra. Para entonces el general Díaz había oído muchas historias acerca de este singular personaje por lo que ordenó una campaña en su contra, indicando que se lo trajeran vivo ante su presencia.
Cuando Bernal ya controlaba toda la parte oriental del estado de Sinaloa, todo Tepic, el occidente de Durango, y la parte sur de Chihuahua.
A su vez, el general Díaz ordenó la persecución de García de la Cadena quién fue aprehendido en Zacatecas y muerto sin mayor consideración por el coronel Antogenes Llamas argumentando que había tratado de escapar.
Ante esta situación, Bernal comunicó a sus seguidores y a los del general García de la Cadena que él continuaría al frente de la revolución lanzando su Plan de Conitaca en mil 887 bajo el lema de Libertad», en el que figuraba en primer término el desconocimiento de Díaz como presidente.
La promesa de redimir al pueblo trabajador de la condición de esclavo en que se hallaba hasta entonces, instruyéndolo, mejorando sus salarios y moralizándolo.
Se pedía además la supresión de las Jefaturas Políticas, por estar servidas por bandidos, se condenaba la campaña de despojo emprendida por el gobierno contra la comunidad mestiza Yaqui, a la que le prometía devolverle sus tierras.
Se protestaba contra la Ley de baldíos expedida recientemente y se hacían otras promesas, entre ellas la de «no reelección».
El jefe de la acordada de Durango, Octavio Meras, no desistía en su intención de acabar con Bernal, por lo que averiguó datos a través de la amante de Crispín García, su compadre y amigo de mayor confianza, quien en una borrachera inducida por dicha amante puso al descubierto dónde era el escondite de Bernal.
Meras inició inmediatamente la búsqueda del lugar, dando con él, el día 5 de enero de mil 888 y después de una refriega contra Bernal enfermo, en la que el militar perdió a veintidós de sus hombres, dio muerte a Bernal sin piedad alguna.