Dos ejecutados y dos vivos, el saldo de los norteamericanos secuestrados en Tamaulipas

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Alejandro Mares Berrones

 

Ojalá así de rápidas fueran las autoridades federales y estatales, para actuar cuando secuestran o asesinan a los mexicanos y es que con el secuestro de cuatro ciudadanos norteamericanos el pasado 3 de marzo en Matamoros, Tamaulipas, queda claro que la procuración y administración de justicia en nuestro país es pura simulación.
De no haber sido por la presión de los Estados Unidos, del Departamento de Estado, de la Embajada y del Consulado Norteamericano en Matamoros, las diversas agencias de seguridad de México continuarían con la verborrea de que “no existe denuncia”, como lo dijo el secretario de seguridad pública de Tamaulipas, el general Sergio Chávez.
Según el gobernador Américo Villarreal, por estos hechos de sangre, muerte y plomo, perdieron la vida tres personas, dos norteamericanas y una mujer mexicana de 33 años de edad, dijo que todo el tiempo estuvo en contacto con el embajador Ken Salazar.
Sin embargo, de no haber sido porque el funcionario norteamericano acudió con el presidente AMLO, Villarreal todavía siguiera en el cerro del Bernal donde fue hacer deporte el fin de semana.
AMLO tuvo que intervenir y mandarle a Villarreal a todo su equipo de seguridad federal para poder encontrar a los norteamericanos, los que fueron localizados el pasado 7 de marzo, en el ejido El Tecolote, donde fue detenida una persona de nombre José, originario de Valle Hermoso, una ciudad pequeña y colindante con Matamoros.
“José” custodiaba una casa de madera con los dos cadáveres de los norteamericanos y los otros 2 sobrevivientes; según el Fiscal General Irving Barrios, el grupo criminal que ejecutó y secuestro a estas personas, fue porque los confundieron, que “no fue una agresión directa”.
Américo Villarreal, descartó que los americanos tengan alguna relación con el FBI y afirmo que estas personas ingresaron a las 9:18 am del 3 de marzo por uno de los Puentes Internacionales de Brownsville, Texas a Matamoros y que fue hasta 11:45 horas que en las calles Lauro Villar y Primera fueron atacados.
Lo que Américo no dijo, ni tampoco Rosa Icela Rodríguez, secretaria de Seguridad y Protección Ciudadana y mucho menos el General Luis Crescencio Sandoval, secretario de la Defensa Nacional, fue el tiempo en que los verdugos de los norteamericanos tardaron en arrojar los cuerpos a la caja de la camioneta en que se los llevaron.
Ninguna agencia mexicana, analizó el tiempo que los pistoleros tardaron en subir a sus víctimas a la caja de una camioneta Pick Up en la que huyeron, se estima que fueron varios minutos y las corporaciones policiacas, la Guardia Nacional, Estatal, Ejército y Marina brillaron por su ausencia.
Todo esto fue una burla para el gobierno de los Estados Unidos, que observó como a sus ciudadanos los arrastraron y los arrojaron a la caja de una camioneta como si fueran reses en matadero.
Todo esto se presenta en el contexto de la polémica que se tiene en los Estados Unidos de catalogar a los carteles mexicanos como terroristas, por lo que la ejecución de estos dos norteamericanos vendría a fortalecer la exposición de motivos que fortalecerá la iniciativa que muy probablemente se discuta en el Congreso americano.
Las autoridades mexicanas, como siempre no revelaron los nombres de los norteamericanos, pero las cadenas gringas han dicho que las personas secuestradas responden a los nombres de Latavia Washington McGee, Shaeed Woodard, Zindell Brown y Eric James Williams, quienes viajaron desde Carolina del Norte hasta Matamoros, para que Latavia de 33 años se sometiera a una cirugía estética.
El pasado 7 de marzo, los norteamericanos sobrevivientes, fueron entregados al FBI en el puente Internacional Ignacio Zaragoza de Matamoros, pero los cuerpos de los ejecutados permanecen en el Servicio Médico Forense de la Fiscalía General de Justicia del Estado, donde les practicarán las autopsias de ley y después serán repatriados a los Estados Unidos.