El Paso, 5 Agosto .– El tiroteo que dejó 22 muertos en la ciudad de El Paso cristalizó el miedo con el que viven muchos latinos en Estados Unidos, que denuncian el racismo atizado por el discurso del presidente estadounidense, Donald Trump.
El autor, identificado como Patrick Crusius, un hombre blanco de 21 años, condujo nueve horas desde Dallas para perpetrar la matanza en esta ciudad fronteriza con la localidad de Ciudad Juárez, en México, donde según el censo un 83% de la población es hispana.
Según los reportes de prensa, Crusius denunció en un manifiesto en internet una «invasión hispana» en Texas.
«Él atacó a los hispanos porque se sabe cómo está nuestra situación actualmente con nuestros representantes políticos», dijo a la AFP Aleli Fernández. «Es triste ver que alguien te ve a ti, a tu familia y a tus seres queridos como invasores», contó.
Desde que Trump lanzó su campaña a la presidencia en 2015, en muchos de sus discursos dijo que los inmigrantes mexicanos son «violadores» que traen «drogas» y «crimen» a Estados Unidos y, en 2018, denunció las caravanas procedentes de Centroamérica como una «invasión».
El supermercado donde ocurrió la tragedia es el más cercano a la frontera y era concurrido por mexicanos que acudían para comprar electrodomésticos o material escolar. Según las autoridades mexicanas, ocho de las víctimas fatales son de esa nacionalidad.
«Un hombre anglo vino aquí a matar hispanos», dijo después de la matanza el alguacil de El Paso, Richard Wiles, en sintonía con el gobierno de México, que condenó los hechos como «un acto terrorista contra mexicanos inocentes».
Fernando García, director ejecutivo de la ONG Border Network for Human Rights (Red Fronteriza para los Derechos Humanos), con sede en El Paso, denunció que las comunidades hispanas y migrantes han sufrido en los últimos años «un ataque sin precedentes» y que llevan tiempo «viviendo bajo el miedo».
«El ataque ha interrumpido la vida diaria de nuestras comunidades, especialmente los dos últimos años de la administración Trump», explicó a AFP.
«Había otro miedo muy internalizado sobre cómo se estaba hablando de nosotros, se nos llamaba como criminales, como violadores y las consecuencias de ello no las sabíamos. Hoy lo sabemos», dijo García.
También para Angélica Salas, directora de Coalition for Humane Immigrant Rights (CHIRLA), «la retórica del presidente ha encendido las llamas de la discordia en el país».