La “Leyenda de Matamoros”…don Juan N. Guerra

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*Su historia marcó varias décadas de la ciudad, sus andanzas y experiencias junto al restaurante Piedras Negras fueron legendarias.

Staff

Reconocido, querido, admirado y temido, don Juan Nepomuceno Guerra Cárdenas, tuvo la fama más reconocida de la región, desde ser el padrino de Matamoros, hasta ser el fundador de uno de los carteles más importantes de la región norte de Tamaulipas, algo que siempre negó.
Su legado, está entre 2 mundos, “El Padrino” que ayudaba a quien se le acercaba, o el justiciero, que ajustaba cuentas a “los incomodos” del pueblo.Recientemente su historia y la del Piedras Negras, mítico restaurante del corazón de Matamoros, donde los cabritos colgaban al carbón en el ventanal que daba a la calle sexta, sigue sonando por doquier.
Muchos personajes de la ciudad lo recuerdan con cariño, como el reconocido abarrotero Yadala Charur, quien compartió públicamente esa parte de la historia.
Para Andrés Cuellar Cuellar, historiador y cronista de la ciudad, don Juan N. Guerra, fue en aquellos años, “la Suprema Corte de Justicia”.
“Cuando alguien tenía un problema y nadie le resolvía, acudían con Juan N. Guerra y el resolvía el problema”, aseveró el historiador.
Envuelto en amoríos a nivel nacional, que lo llevaron a conflictos personales con artistas como Resortes y Gloria Landeros, su esposa, “La Reina del Algodón”, como se le denominaba entonces.

“La Metralleta”

Se vio envuelto en hechos sangrientos, que finalmente se desviaron a uno de los pistoleros de don Juan, “La Metralleta”, a quien se le adjudicaron varios asesinatos que apuntaban a don Juan.
Ataviado de pantalón de vestir, botines, camisa vaquera, corbata y sombrero norteño stetión de pana, don Juan tenía una fascinación por las carreras de caballo.
Invicto en Tamaulipas, “El Toro Prieto”, un caballo muy querido por don Juan, fue a Nuevo León, donde ganó una histórica carrera que los impulso a la fama, al caballo y su dueño don Juan N. Guerra.
En su rancho “El Tahuachal,” solía de disfrutar de las carreras de caballos los fines de semana.Una ben verde, en la que se transportaba, era el indicativo de que estaba en el restaurante Piedras Negras, o la peluquería a la que acudía los martes y viernes.
Ernesto Leopoldo Elizondo, alcalde de Matamoros en la época de los 50, fue asesinado, los presuntos culpables fueron detenidos y a voces, se apuntaba al “Padrino de Matamoros”, don Juan N. Guerra.
“Si cabe por el puente, pasa”, era uno de sus lemas que fue famoso cuando se dedicaba al contrabando, whisky, ropa, comida y lo que fuera, en la época de los 50.
Ya en los tiempos modernos, sus diferencias con uno de los delincuentes más icónicos de Matamoros, Casimiro Espinoza “El Cacho”, produjo toda una guerra que en Matamoros se le denominó, como “La Leyenda Negra”, entre los años setenta y noventa.
Norma Moreno y Ernesto Torrijos, ambos periodistas asesinados, fue otro de los hechos sangrientos, que se le adjudicaron a don Juan.Pero se desviaron, a su familiar, Jesús Roberto Guerra, alcalde en ese entonces de esta ciudad, nunca se les comprobó nada.
En las calles, corrió la versión de que don Juan obsequió a través de Juan García Abrego, escritorios, máquinas de escribir y mobiliario, al periódico el Popular.
Otro de los hechos que lo hicieron famoso, fue la muerte de uno de los nietos de Francisco Villa, el entonces agente aduanal, Octavio Villa Coss quien al parecer, impidió un cuantioso contrabando y se acusó a la “La Maquina”, don Carlos García, de ser el ejecutor.
Segundo González una gente de tránsito, fue otro asesinato polémico por tratar de quitar las placas de un vehículo estacionado al frente del Piedras Negras, en el lugar de don Juan N. Guerra.
Paula Alcaraz, fue otra mujer que desde joven se vinculó con don Juan N. Guerra, era como su dama de honor, lo respetaba y le tenía cariño.Otro de los hechos que marcó al restaurante Piedras Negras, fue el asesinato de 2 agentes federales, en mil 987, Tomas Morlett y Saúl Hernández, que llegaron al restaurante a comer.
En esos momentos don Juan sostenía una reunión con sus allegados, las puertas estaban cerradas, pero los agentes insistieron en tocar los cristales de la puerta.
De pronto, del interior se escucharon balazos y ambos agentes quedaron tirados en plena calle sexta, nunca se supo quién fue, la versión oficial fue que alguien les disparó desde un auto en marcha.

Su muerte

La muerte de don Juan fue muy tranquila, de manera natural, hasta su féretro, llegó su caballo predilecto, El Lucero, quien según las versiones el caballo, lo vio y relinchó.
“El Padrino de Matamoros”, por fin se había ido, en paz, se llevó toda su leyenda y sus secretos, de más de 5 épocas.
Sus restos quedaron depositados en su rancho El Tahuachal, en un pequeño panteón entre parcelas, al lado de su esposa María Guadalupe Sánchez Osuna.
El Tahuachal es un ejido a las orillas del Río Bravo, con sus pistas de carreras de caballos,una vivienda modesta y eso fue todo, así se fue el señor.