A principios de mayo, un misterioso transbordador espacial chino aterrizó en una base del norte del país tras pasar 276 días en órbita. Su cometido ese tiempo, al igual que el de otro aparato similar lanzado en 2020, sigue siendo un enigma, y aunque el Gobierno chino ha asegurado que estaba relacionado con la «investigación de tecnología reutilizable», la falta de concreción y el secretismo que lo ha rodeado se ha mantenido inmutable pese a la estrecha vigilancia realizada por EE.UU.
Una de las pocas cosas que se sabe de estos vuelos es que el primero de ellos, que estuvo solamente cuatro días en órbita, dejó una pequeña carga en el espacio. Las autoridades norteamericanas desconocen de qué se trata, pero un estudio del Proyecto de Seguridad Aeroespacial (ASP) del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS), un think tank con sede en Washington, lo ha clasificado como una amenaza potencial.
«Pocos detalles han salido a la luz sobre los dos vehículos y aunque poco más se sabe sobre el misterioso objeto, se determinó que era capaz de realizar transmisiones», recoge el informe, citado por el blog de tecnología espacial y militar The Debrief.
Aunque la ASP afirma que, en lo que respecta al transbordador, «no hay indicios de que la capacidad de un avión espacial pueda actuar como arma contraespacial», sí que advierte de que esa capacidad que posee de poner objetos en órbita representa una amenaza en caso de que se emplee para desplegar armas satelitales.
Sea cual sea la identidad del objeto colocado, lo cierto es que China ha multiplicado sus satélites en los últimos años en sus esfuerzos por dominar el espacio, un campo que, según apunta una amplia mayoría de expertos, será crucial en las contiendas militares del futuro.
En este sentido, también se sabe que el gigante asiático lleva años invirtiendo en el desarrollo de armas orbitales capaces de destruir satélites y naves enemigas y que, según la ASP, tienen capacidad de «posicionamiento avanzado, navegación y temporización; comunicaciones por satélite; inteligencia, vigilancia y reconocimiento; alerta de misiles; y conocimiento de la situación espacial».