Por: Jorge A. Pérez González
TEXAS, ESTADO DE DESASTRE
La sorpresiva rueda de prensa que el Gobernador de Texas, Greg Abbott dictó el viernes 13 al mediodía, provocó reacciones muy inesperadas. Desde el anuncio por la mañana de la convocatoria a la prensa de la capital del estado más grande de la Unión Americana, se desataron las especulaciones, principalmente con el tema de los cierres de los puentes internacionales en la frontera sur de su país.
Tuve la fortuna de escucharlo en vivo, gracias a la cobertura de Radio Gape, quienes demostraron estar atentos a los temas de interés en los medios de comunicación de la región.
El Gobernador de Texas hizo un recuento de los daños ocasionados en el estado por este nuevo coronavirus, denominado COVID-19, el cual fue catalogado ya por la Organización Mundial de la Salud como Pandemia.
Dijo que, a partir del 13 de marzo de 2020, hay más de 30 casos confirmados de COVID-19 ubicados en múltiples condados de Texas; y que hay más de 50 tejanos con pruebas pendientes de confirmación para todo el estado.
Tan solo este párrafo leído, dio al traste con el rumor de que en la zona de Dallas había 500 casos en estudio, rumor que corrió rápidamente por las redes sociales, generando el pánico en la adquisición de productos diversos.
Reconoció también que algunas escuelas secundarias, algunas universidades y hasta oficinas gubernamentales estaban comenzando a modificar sus horarios, y en otros lugares estaban anunciando cierres temporales.
Todo lo anterior lo reconoció como medidas emergentes para contener el virus, pero además con costos no cuantificados, tanto por el gobierno como por la iniciativa privada.
Ante ello, anuncio que su Estado, ha decidido aumentar la capacidad de pruebas de laboratorio, coordinar los esfuerzos de preparación en todas las agencias estatales de salud y trabajar con empresas locales para promover los esfuerzos de mitigación apropiados.
Fue contundente cuando dijo, “Es crítico tomar medidas adicionales para prepararse, responder y mitigar la propagación de COVID-19 para proteger la salud y el bienestar de los tejanos”.
Y muy enfático al decir, “Declarar un estado de desastre facilitará y agilizará el uso y despliegue de recursos para mejorar la preparación y la respuesta”.
Así se lee en el comunicado a sus conciudadanos: “HOY, POR LO TANTO, YO, GREG ABBOTT, Gobernador del Estado de Texas, certifico que COVID-19 representa una amenaza inminente de desastre. De acuerdo con la autoridad que me confiere la Sección 418.014 del Código del Gobierno de Texas, declaro un estado de desastre para todos los condados de Texas”.
El significado de esto es muy sencillo, el Gobernador autoriza el uso de todos los recursos disponibles del gobierno estatal y de las subdivisiones políticas que sean razonablemente necesarias para hacer frente a este desastre, por lo tanto se suspenderá cualquier estatuto reglamentario que prescriba los procedimientos para llevar a cabo negocios estatales o cualquier orden o regla de una agencia estatal que de alguna manera evite, obstaculice o demore las acciones necesarias para hacer frente a este desastre, previa aprobación por escrito de la Oficina del Gobernador.
En pocas palabras, no habrá justificación alguna para que no se tomen las medidas necesarias para enfrentar el flagelo que significa el virus, eliminando la burocracia a fin de agilizar las respuestas de las entidades gubernamentales ante las necesidades de salud de la población.
Cualquier reglamento o estatuto de adquisiciones que se interponga con las medidas necesarias, queda, por orden del Gobernador de Texas suspendidos durante el tiempo en que dure esta proclama que deberá presentarse ante las autoridades correspondientes.
Dos horas después, el Presidente de la nación, Donald Trump, emitió en Washington una declaración de Estado de Emergencia para el país, abriendo la posibilidad de obtención de fondos federales para todos los estados.
La política allá en los Estados Unidos no se basa en poses y mucho menos en cuidado de no anticiparse al Presidente, la muestra la puso Greg Abbott al declarar a TEXAS, ESTADO DE DESASTRE.
Jorge Alberto Pérez González