Por: Jorge A. Pérez González
VIEJA HISTORIA
Para entender el presente es necesario recurrir a la historia, a veces quienes inician su vida productiva, temen estar en un ambiente que nunca ha existido y que sus esfuerzos emprendedores serán infructuosos ante un futuro incierto.
Acosados por la información hoy tan extensa y a la mano, piensan que es el final de su vida en los pequeños negocios.
Nada más alejado de la realidad, que esta situación por la que se atraviesa, solo engrandecida por el uso recurrente de las redes sociales, que son un campo fértil para la siembra de odio, desesperación, desesperanza y sobre todo miedo.
Los verdaderos emprendedores son los que no temen al futuro, los verdaderos comerciantes son los que comparten, los verdaderos empresarios son los que se preocupan por sus empleados, los verdaderos políticos son los que actúan, los verdaderos líderes son los que abren el camino.
Lo siguiente va entrecomillado.
“Los movimientos sociales se inducen, al menos eso es lo que siempre desde el Gobierno Federal nos dicen, a veces directamente o en otras ocasiones por medio de los analistas, intelectuales, politólogos y expertos.
Por ello México desde el principio de su historia carga con el estigma de ser un país represor, pues todo aquel que osaba
encabezar un movimiento de insurrección terminaba pagando con presidio la osadía.
La independencia, la promulgación de las constituciones, la reforma, los cristeros, los ferrocarrileros, los comunistas, los estudiantes del 68 y tantos otros, son referencia suficiente para que con orgullo la derecha tradicional y recalcitrante se arrogue el derecho de considerarse el poder tras el trono.
En la búsqueda de lo mejor para ellos, han intervenido con acierto para que la mano dura del gobierno en turno, haga su aparición y desintegre, atomice y diluya cualquier brote de inconformidad social.
La pregunta obligada es si ahora que son gobierno, estarán dispuestos a exigir pública o privadamente una intervención similar para evitar que la sociedad exprese su inconformidad por la presencia militar en las calles.
Será interesante observar la decisión que tome el gobierno en caso de que a los experimentados analistas de la COPARMEX se percaten de que un nuevo movimiento social se está incubando en muchas ciudades y que sin temor a nada, toman las calles y las plazas con pancartas y oradores para expresar una inconformidad que atañe a la seguridad nacional.
Habrá que ver las reacciones de inteligencia para poder discernir de donde provienen los apoyos logísticos y desde luego económicos, que permiten la expresión de las ideas coincidentemente a la misma hora y en diferentes municipios, pero con el mismo guion de inconformidad.
Si la fuerza militar especializada no logra dar con los insurrectos, bien habría que valorar las verdaderas intenciones de los operativos.
Por otro lado la manipulación mediática también merece investigación, pues los analistas políticos no tenemos referencia alguna que nos haga pensar en la posibilidad de que, desde hace mucho tiempo, los colonos se hayan venido organizando a nivel estatal para coordinarse tan eficientemente.
Salvo que sea una estrategia nueva gubernamental del presidente del subempleo, pues en ese caso entenderíamos que los protestantes lo hacen simple y sencillamente porque necesitan llevar tortillas a la casa.
Jamás en la historia de la humanidad, los movimientos sociales han explotado por combustión espontánea, esto lo saben bien las autoridades, ahora solo nos queda esperar, para saber si la represión que tradicionalmente ha exigido la derecha se llevará a cabo para acabar con las protestas.”
Todo lo entrecomillado lo escribí el 7 de febrero del 2008, sí, a menos de dos años apenas del inicio del gobierno de Felipe Calderón, así que estimados jóvenes emprendedores, el mensaje es para ustedes, utilicen su criterio y no suden calenturas ajenas, hoy lloran solo los hijos de los que lloraron entonces la perdida de sus privilegios, esos a los que ustedes y sus padres nunca tuvieron acceso, lo que hoy sucede, agrandado por la facilidad de traer una computadora en la mano, no es más que una VIEJA HISTORIA.
Jorge Alberto Pérez González