Por: Jorge A. Pérez González
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WATERPOST
No cabe en la cabeza de nadie que el país con la mayor tecnología de América, no pueda contar los votos rápidamente y definir quien resultó triunfador, sin embargo debemos de reconocer que la polarización de la sociedad es absoluta y que la despresurización era necesaria.
La jornada electoral de USA del 3 de noviembre resultó como se esperaba, se rompieron todos los records de participación ciudadana y fue muy emocionante ver como se acomodaban los votos electorales hasta la medianoche de ese día.
Ya cuando marcaba el reloj la fecha 4 de noviembre el panorama se tornó sombrío, todos los simpatizantes del partido Republicano querían que durante la misma jornada se diera conocer el resultado final, mientras que los Demócratas aceptaban con resignación la espera, gracias a que su líder salió a dar un comunicado para tener paciencia y esperar el resultado oficial del Colegio Electoral.
Tengo que reconocer que por afán periodístico le di seguimiento puntal desde el inicio de la votación, me pareció interesante observar con detenimiento el flujo de los votantes, que para antes del día D ya habían incrementado en mucho la participación ciudadana.
Al cierre de las casillas, la ansiedad ya era mucha, la jornada había sido limpia, sin incidentes de violencia, algo que algunos medios anticipaban con verdadera preocupación, ya que el estilo del presidente Trump, hacía prever que algo diría para incendiar el proceso.
En el análisis del movimiento de los resultados oficiales del Colegio Electoral, se pudo ver la intención mediática por posicionar desde temprano a Biden como el triunfador, pues algunos medios aun antes del resultado oficial, dieron por hecho la adjudicación de los estados para la causa Demócrata, algo que no tenía necesidad de suceder, pero que en la especulación sin duda generó pasión.
Si no se iba a declarar triunfador Biden, ¿qué necesidad había de salir a declarar algo a los medios? Esto no se puede entender más que como la intención de provocar a Trump, lo cual se logró casi de inmediato, bueno, hasta Twitter le restringió la respuesta que publicó.
A partir de ahí, fue notorio el cambio de resultados electorales, cuando se había mantenido por horas un diferencial alto a favor de Trump en los votos populares, eso dejó de ser real al llegar los números de los votos de California, Oregon y Washington, la costa oeste dio el giro en ese factor de interpretación política.
Sin embargo, a pesar de que ambos partidos mantuvieron sus bastiones electorales, los estados considerados “Bisagra” se mantenían del lado Republicano, hasta que llegó la hora de contar los votos por correo.
Hasta las 00:45 del día 4 de noviembre se le presentó a Trump la oportunidad de obtener en algún corte un diferencial a favor en los últimos votos contados, después de ahí, todos los cortes han sido positivos para Biden.
Sin embargo la fiesta electoral por el incremento de la participación ciudadana, se puede venir abajo al reportarse ya casos concretos de ciudadanos fallecidos que votaron por correo, cuando lo leí no lo podía creer, pensé que ese sistema de votación póstmortem era exclusivo de mi patria, México.
Al ver la evidencia en el sistema de que, William Bradley nacido en 1912 y fallecido en 1984, votó por correo en Michigan no me queda más que preguntarme si hubo una acción concertada para ensuciar las elecciones más concurridas de los Estados Unidos de América.
Esto me hace recordar el mayor escándalo político de los norteamericanos, el cual sucedió en los años 70s y surgió gracias a una “garganta profunda” que logró mover las rotativas del Washington Post para lograr la renuncia del Presidente Richard Nixon.
El mayor premio al Periodismo se lo llevaron los jóvenes reporteros que le creyeron a esa garganta dispuesta a soltar de su ronco pecho, todo lo que lo agobiaba.
Con el actual proceso electoral ya en los tribunales, aun antes de terminar el recuento de votos, bien valdría recordar que fue mucho lo que perdió el partido Republicano en credibilidad por haberse atrevido a husmear la sede del partido Demócrata, hoy a casi 50 años de esa vergüenza, tal vez estamos en la antesala de la venganza partidista, si es que surgen algunas “gargantas profundas” dispuestas a demostrar con evidencia lo que sin duda será conocido como el WATERPOST.
Jorge Alberto Pérez González