Por Oscar Díaz Salazar
Que los políticos «opositores» o de partidos diferentes al del gobernador en turno, estén «maiceados», y que reciban estipendios, gratificaciones, piscachas, moches, mesadas, becas, apoyos o ayudas del gobernante, no es ni nuevo ni raro, más bien es regla que excepción, aunque poco se hable o escriba del tema.
El caso de Chihuahua, en donde el gobernador Javier Corral, acusó a la ex presidente municipal de la capital del estado y hoy gobernadora electa, María Eugenia Campos, -«Maru Campos» para sus amigos-, de estar en la nómina del ex gobernador priista que antecedió Corral, es uno de los casos más recientes, que salen a la luz pública, de esta práctica de cooptar a los políticos opositores.
Es preciso señalar que la acusación a la hoy gobernadora electa, de estar en la nómina del gobernador priista, es porque formalmente Maru Campos tenia otros cargos y no devengaba el salario que recibía del gobierno priista, a no ser que la tarea asignada a la panista fuera «portarse bien» con el gobernador y no observar errores ni externar críticas al gobierno.
Menciono el caso Chihuahua para compartirles mi pronóstico de que algo similar encontrará el próximo gobernador de Tamaulipas, surgido de las filas de morena, cuando revise las nóminas confidenciales del gobernador Cabeza de Vaca.
No me sorprendería encontrar registros de los apoyos que se entregaron al presidente de la Comisión de presupuesto y cuenta pública de la Cámara de Diputados, Dip. Erasmo González Robledo, que en el mismo año de la andanada presidencial para desactivar la rebeldía del gobernador de Tamaulipas, el legislador tampiqueño pudo incrementar el presupuesto de nuestro estado, siendo Tamaulipas y Zacatecas las dos únicas entidades que no registraron disminuciones en su presupuesto para ese año. De esa temporada previa a la aprobación del presupuesto, recordamos las críticas genéricas a los legisladores de Tamaulipas, del aparato estatal de prensa, con excepción al más importante, Erasmo González, quien presidía la comisión a cargo de revisar el presupuesto.
Otro que, si no tiene «arreglos» con el gobernador, le diría que está desperdiciando ese comportamiento modosito y harto favorable y condescendiente con Cabeza de Vaca, es el senador Américo Villarreal Guerra. El médico victorense ha sido omiso en todos los temas que implican una crítica o señalamiento al señor Francisco N. El nombramiento de delegado de Morena en el Estado de Sinaloa le vino como anillo al dedo para no emitir opinión alguna en el tema del desafuero del gobernador. Silencio sepulcral también ha guardado en los múltiples episodios de abusos de las policías estatales y de intromisión del gobernador en las facultades y atribuciones de los ayuntamientos. El silencio cómplice y la actitud pusilánime de Américo Villarreal llegaron al colmo en el momento en que el conflicto con Cabeza de Vaca se turnó al Senado para procesar la declaración de desaparición de poderes en Tamaulipas. Con la pelota en su cancha, es decir con el asunto en el Senado de la república, Américo Villarreal ya no puede ser omiso sin cargar el costo político de haber preferido la comodidad y haber hecho evidente el pacto de no agresión que tiene con el panista Cabeza de Vaca.
Y así quieren ser gobernadores.