Puente “Viejo” Ferroviario, de la época de Porfirio Díaz, se convertirá en carril, ¿qué pasará con su obelisco?

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Alejandro Mares Berrones

La historia no se puede olvidar, ni tampoco la modernidad la debe de destruir; el Puente “Viejo” Ferroviario, construido desde la época de Porfirio Díaz, está a unas semanas de convertirse en un carril vehicular, que se conectará con la avenida de Las Américas.
“Ese proyecto de la avenida de Las Américas data desde el gobierno de Jesús Roberto Guerra”, dijo en entrevista telefónica Clemente Rendón de la Garza, cronista vitalicio de Matamoros, Tamaulipas.
Y tiene razón, el Puente Internacional Matamoros & Brownsville, “El Viejo”, tiene mucha historia, empezando que por el pasaba el ferrocarril, antes de que pasaran vehículos o peatones para ambos lados de la frontera.
“Como ocurrió hasta el 4 de julio de 1910, ya con la Revolución Mexicana, estando Madero de Presidente de la República; el tren llegó en 1905, de Monterrey a Matamoros”, mencionó Clemente.
“Ya en la revolución constitucionalista, el General Lucio Blanco, se da la famosa toma de Matamoros, el 3 y 4 de junio de 1913; la estrategia militar, fue que se dividieron la ciudad para tomarla entre varios generales, al General Cesáreo Castro, le tocó la toma del Puente Internacional –El Viejo- y la planta generadora de energía, que se ubicaba en la calle Aldama”, mencionó el cronista.
Agregó que todas las grandes ciudades, se comunican por tren y que anteriormente se tenía proyectado un tren internacional de Matamoros a Puerto Isabel, “pero ya del lado texano, levantaron todas las vías”.
“No tengo el dato de cuando fue que cruzó el primer tren, pero sí de cuando fue el último, fue en la administración de la ex alcaldesa Leticia Salazar; que por cierto estábamos como Penélope”.
Apasionado de la historia, el también Ingeniero Clemente, recordó que los barcos de vapor dejaron de transitar por el río hasta 1901, cuando el antiguo puente ferroviario se abría mecánicamente para dar paso a las embarcaciones y a través de un engranaje que lo hacía girar con motores de combustión interna.
Recorrimos el Puente Ferroviario, tanto en la parte de su estructura, así como los gigantescos muros que lo sostienen y que se encuentran enterrados en las aguas del río Bravo.
En dicho recorrido, nos dimos cuenta que por la parte de abajo del Puente Ferroviario, es decir, paralelo al río Bravo por lado mexicano, se encuentra lo que fue la ruta fiscal, por donde anteriormente cruzaban las exportaciones e importaciones de ambos países.
Hoy, precisamente allí, abajo del puente, se construye la descarga de aguas pluviales, de lo que será la Avenida de las Américas.
Ese engranaje todavía existe, exactamente abajo del puente ferroviario, en medio del río Bravo, y un gigantesco muro con el nombre escrito de “MARCO” es el que lo sostiene, así se observa, algún artista grafitero lo escribió. Lo que no existe son los motores que lo hacían girar.
Con la ayuda del empleado del Puente Viejo, Eduardo Rostro Lerma, logramos ubicar el obelisco que data de la época de Porfirio Díaz y que a todas luces requiere de una urgente restauración.
La sorpresa, es que el obelisco, quedó del lado americano, a 30 centímetros del mexicano, porque del lado de nuestro país, se colocó un portón con malla ciclónica y con alambre especial muy filoso para que el que intente cruzar, no lo logre.
Lo que los historiadores desconocen, es que a la mitad de la línea divisoria del Puente Ferroviario, existe ese obelisco de hace más de siglo, más de 100 años, que se colocó en esa estructura, que hoy la modernidad amenaza con convertirlo en vehicular, para aperturar otro carril que se conectará con la avenida de Las Américas.
Para los historiadores contemporáneos, el único monumento-placa de metal que registran que existe en ese “Puente Viejo” es el que se encuentra en la línea divisoria de la parte de concreto hidráulico que sostiene las vigas por donde actualmente se cruza a pie o en vehículo hacia Brownsville, Texas.
En resumen, el obelisco allí está, muy dañado por el paso de los más de 100 años de su historia y reza lo siguiente:
“Límite de la República Mexicana, -Águila Porfiriana- Tratado de 1848, Restablecido por los tratados de 1884-1888”.
Y en la parte inferior del obelisco, está la sentencia:
“La destrucción de este monumento es un delito punible por México o los Estados Unidos”.
Eso es lo que dice el monumento, por la parte del lado mexicano y por el americano, dice lo mismo, pero en inglés.