Paso a paso tortura y feminicidio de Karen, cometido por un desquiciado de mente perversa, corrosivo: altamente tóxico…

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Agencias Revista Vertical

El amor enfermizo de José Eduardo Olvera Morales que sentía por Karen Berenice López Benavidez, provocó que la matara cuando le dijo en su casa que habían terminado su noviazgo.
Frío, calculador, sin el menor remordimiento, Eduardo la ató de manos, le desfiguró la cara a golpes, hizo una maleta de ropa simulando un viaje, para desaparecerla en el trayecto a la colonia Las Fuentes, donde en medio de la oscuridad arrojó sin vida a Karen Berenice en un canal de aguas puercas.
A pesar de que cometió el feminicidio, Eduardo fue protegido en Matamoros por su papá, su mamá, luego por su tía y su abuelita regañona allá en Reynosa, Tamaulipas, donde permaneció escondido por más de tres meses, según se desprende de los 8 tomos que compone la carpeta de investigación –como medio metro de altura- número 397/2020.
La presión de los matamorenses se intensificaba, en México, en Estados Unidos de Norteamérica, pero 6 meses después, la agente de la Policía Ministerial del Estado Ariadna Munguía Toro en su patrulla, con su escudero Juan José Aguas de la Luz, ya cerquita de la pista de Eduardo, le pidió a Dios que le enviara una señal:
“Horas después, recibí una llamada por celular de una amiga, que Eduardo estaba en la colonia 5 de Diciembre en la casa de su abuelita, me dio la dirección y allí se le acabó el camaleón, mostrándole la orden de aprehensión por feminicidio, echándole abajo su amparo vencido”.