San Juan, Puerto Rico
Durante su recorrido por una pequeña porción de la devastación que provocó el huracán María, el presidente Donald Trump felicitó ayer a Puerto Rico por escapar a un mayor número de fatalidades de “una verdadera catástrofe como Katrina” y elogió la asistencia prestada por su gobierno, sin mencionar las fuertes críticas a la respuesta federal.
“Realmente un milagro”, dijo de la recuperación, una evaluación que no coincide con la desesperación de muchos por encontrar agua y alimentos fuera de la capital, en amplias zonas de una isla donde solo el 5% de los consumidores cuentan con servicio eléctrico.
El gobernador puertorriqueño dijo el martes por la noche que la cifra oficial de muertos aumentó a 34, de los 16 de los que se tenía noticia.
De hecho, en el corazón de San Juan y a unos kilómetros de la base aérea en la que Trump realizó su reporte optimista sobre los avances, las personas sacaban ropa y colchones empapados de sus casas y negocios, aún sin electricidad casi dos semanas después de la tormenta.
Trump prometió asistencia total para la isla y añadió, un tanto a la ligera: “Ahora, odio decírselos Puerto Rico, pero han alterado un poco nuestro presupuesto porque hemos gastado mucho dinero en Puerto Rico. Y está bien. Salvamos muchas vidas”.
Hasta el momento, la cifra oficial de muertos en la isla caribeña a causa del huracán María es de 34. Pero las autoridades locales advierten que cualquier evaluación de fatalidades y daños está lejos de estar completa dado que las personas sufren de efectos secundarios como sed, hambre y calor extremo ante la falta de aire acondicionado.
La visita ofreció nueva evidencia del sendero poco convencional que Trump ha tomado en respuesta al azote de los huracanes Harvey, Irma y María. Su efusivo elogio de los trabajos federales de recuperación ha ensombrecido sus despliegues de empatía hacia los afectados. Y en Puerto Rico, sus críticas hacia los habitantes por no hacer más para ayudarse han sido una nota discordante durante una época de crisis.